Jesús Sánchez Meleán
Se cumplió un mes de la criminal invasión de Putin a Ucrania. Y hasta el momento, contrario a todo pronostico, el nuevo zar ruso se ha llevado una estrepitosa derrota en su aspiración de revivir su imperio. Fuentes de inteligencia militar de los aliados occidentales que aseguran unos 15.300 los soldados rusos que ejecutaron la acción terrestre en Ucrania han fallecido.
Se cuentan por centenas los tanques, vehículos blindados, sistemas de lanzamiento de cohetes, y sistemas de defensa de antiaérea que los soldados y voluntarios ucranianos han logrado destruir. Rusia ha mantenido sus bombardeos aéreos incluso contando con la complicidad de Bielorrusia. De esta forma la mayoría de las ciudades ucranianas están destruídas. Pero, ninguna de ellas ha pasado a ser controladas por Putin.
Esto hace pensar que Putin necesitaría concluir su incursión militar antes que se le encienda el fuego en su territorio. Una salida seria en acuerdo con Zelenski, quien ha comenzado a preparar a su población sobre la posibilidad de hacer alguna concesión a Putin. Pero, por otra parte, este desquiciado zar pudiera considerar aplicar la estocada final para finalmente imponerse. Me refiero a la tentación de usar armas químicas.
Espero que esto no suceda. Las consecuencias serian catastróficas y nos haría retroceder un siglo para volver a navegar en un mundo en el cual era la violencia y no el derecho el arman fundamental para solucionar los conflictos.
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