Jesús Sánchez Meleán
Al expresidente norteamericano, Mike Pence, le deben erigir una estatua de inmediato. Esa efigie debe estar ubicada en algún lugar del National Mall. Y reproducciones de esta escultura deben llegar a los capitolios de los 50 estados norteamericanos. Esa sería la única forma de agradecerle el acto de valentía que ha tenido Pence. De manera muy tajante le ha dicho a Trump, “usted está equivocado”. De esta manera se mantiene firme en su postura de no ceder a las presiones de su antiguo jefe para tirar por la borda la constitución y las leyes del país.
Pence dijo, “esta semana, nuestro expresidente dijo que yo tenía derecho a ‘anular la elección’. Yo no tenía derecho a anular la elección…Francamente, casi no hay idea más antiestadounidense que la noción de que cualquier persona podría elegir al presidente estadounidense…Según la Constitución, no tenía derecho a cambiar el resultado de nuestra elección “, agregó. Estas son afirmaciones peligrosas. Yo afirmaría que con estas palabras Pence va a estar viviendo de ahora en adelante en sobresalto.
El de 6 enero de 2021, los seguidores de Trump construyeron una horca para colgar a Pence. Hay fotos y videos de ese artefacto instalado en el patio del capitolio. También quedaron documentadas las consignas que aquellos terroristas seguidores de Trump lanzaron contra el expresidente aquel día. Los revoltosos salvajes que entraron al congreso norteamericano recorrieron los pasillos en una búsqueda frenética del expresidente. Esa animosidad contra Pence no termina. A cada rato Trump repite sus acusaciones contra él.
En cosa de horas, Trump seguramente que le creará un sobrenombre a quien fue su vicepresidente. Esa es la manera en la cual discute el expresidente. No aporta argumento, solo descalifica. El tener que cargar con un sobrenombre puesto por Trump debe ser una experiencia dura. Ahora Trump está llamando a Mitch McConnell, “el Viejo Cuervo”. En pocas palabras, según Trump, McConnell come carroña. Imagínense que no puede llegar a decir de Pence, quien lo ha contrariado. Pence le dio un golpe al hígado.
Aquí esta la grandeza de este personaje contemporáneo. Pence no tiene temor a los riesgos físicos que corre al oponerse a Trump. A Pence parece importarle un bledo el que Trump lo difame o le cause un daño moral. Estamos frente a un hombre con principios. Es un hombre que hace honor a su fe. Él declara que ante todo es un cristiano y por lo tanto temeroso de Dios. También es un hombre de ley. No solo es un abogado. Pence conoce la administración pública al haber sido representante, gobernador, y vicepresidente.
Un hombre con principios no se rige por el oportunismo ni por la necesidad de mantener una cuota de un poder efímero. Podemos no coincidir con Pence en todo su pensamiento. Pero el expresidente se merece el aplauso y respeto de todos aquellos que admiran la democracia norteamericana que sin duda representa la luz que ha iluminado el progreso de las sociedades en el mundo contemporáneo. Pence ha hecho una contribución crucial para mantener esa luz irradiando. Honor a quien honor merece.
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