Jesús Sánchez Meleán
Cada Navidad, nos encontramos con la tradición de elegir una película que encapsule el espíritu de la temporada. Estas historias no solo entretienen, sino que también nos ofrecen una ventana para reflexionar sobre el verdadero significado de la Navidad. El año pasado elegí “The Holdovers” (2023), una obra dirigida por Alexander Payne que retrata la inesperada conexión entre tres personajes aislados durante las fiestas navideñas de 1970.
La película se desarrolla en un internado de Nueva Inglaterra, donde un grupo de estudiantes y un excéntrico profesor, interpretado magistralmente por Paul Giamatti, enfrentan juntos la soledad y el aislamiento. En un gesto de solidaridad, estos personajes celebran una improvisada cena de Nochebuena, decorando un árbol con lo que tienen a la mano. Esta escena muestra cómo, incluso en circunstancias difíciles, la conexión humana puede iluminar los momentos más oscuros.
De “The Holdovers” extraemos lecciones valiosas. La primera, que la Navidad no depende de regalos o decoraciones, sino de nuestra capacidad de brindar apoyo y comprensión a quienes nos rodean. En segundo lugar, que en la vulnerabilidad encontramos fuerza: los personajes, inicialmente distantes, terminan formando un vínculo que les ayuda a enfrentar sus propias luchas.
Mientras reflexionamos sobre estas historias, recordemos que la Navidad es un momento para fortalecer los lazos, valorar los pequeños detalles y compartir tiempo con los seres queridos. Este fin de año, planeo disfrutar de otra película que me inspire, con una taza de chocolate caliente y el calor de la familia. La Navidad nos recuerda que, más allá de los adornos y el bullicio, el verdadero regalo es la conexión humana.
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