CARLOS MARTÍNEZ PUEDE CONVERTIRSE EN CIUDADANO
Redacción El Comercio de Colorado
Carlos Martínez pasó 355 días detenido en el Centro de Detenciones de Eloy, en Arizona. Allí se contagió de COVID-19 y por momentos llegó a pensar que iba a morir. Pero tras una larga lucha legal logró lo que muy pocos: salir de una de esas instalaciones como residente legal. “Ha sido una de las peores etapas de mi vida. Nunca había estado detenido, mucho menos en una cárcel, porque eso es un centro de detención, una cárcel. Los agentes del inmigración te tratan con mucho racismo, indiferencia”, dijo el inmigrante mexicano.
Martínez continuó,“un detenido en un centro de ICE no puede ni siquiera intentar pelear por sus derechos porque te mandan a celdas de castigo”. “Te conviertes en un número, dejas de ser humano, solo significas dinero para las compañías que operan los centros de detención”, agregó Martínez, quien en esos once meses tuvo que convivir con miembros de pandillas y narcotraficantes. Este joven amparado por DACA se quejó por el escaso acceso a los artículos de limpieza personal.
COVID-19 en el penal
Martínez asegura que lo peor vino cuando contrajo la COVID-19. Tras dar positivo el 12 de junio, y empezar a sentir los síntomas al día siguiente, relata que pasaron cuatro días hasta que una enfermera fue a tomarle la temperatura.“Fueron muchos días enfermo, yo ya estaba muy débil, me costaba mucho respirar, la comida no me sabia a nada, tosía mucho, me la llevaba acostado y me ponía a rezar pensando que quizás no me iba a levantar al siguiente día. Realmente temí que podría morir”, relató.
De acuerdo a las cifras más recientes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), en el Centro de Detención de Eloy se han registrado 248 casos de coronavirus entre los indocumentados y es el segundo a nivel nacional con más positivos después del Centro de Detenciones de Bluebonnet, en Texas, con 293 casos. Este mexicano cree que si no se libera a más gente de los centros de detención va a subir la cifra de muertos, que actualmente asciende a tres.
Su frustración
Graduado de la Universidad de Arizona con una licenciatura y una maestría en ingeniería de programación en computación, Martínez creía que había alcanzado sus sueños y llegó a a trabajar para IBM en California. Sin embargo ese sueño le duró poco tiempo y al regresar a Tucson en 2016 se dio cuenta que no era tan fácil obtener un empleo siendo un beneficiario de DACA. “Apliqué a mas de 100 empleos, pero nadie me quiso dar trabajo, nadie me lo decía en mi cara, pero sabía que era por DACA”, contó.
Esta frustración, sumado a la constante incertidumbre que viven los beneficiarios de DACA por los intentos del presidente Trump de eliminar este programa federal, lo llevaron a cometer un error que, dice, pagó muy caro. En agosto de 2019, Martínez salió por 45 minutos a México, desesperado porque una de sus abuelas estaba gravemente enferma y no podía verla. Aunque se arrepintió y trato de reingresar por el puerto de entrada de Nogales, en Arizona, fue tarde y perdió su protección bajo DACA.
Mejor futuro
Luego de solicitar asilo y después una cancelación de deportación, el pasado mes de febrero un juez de inmigración le otorgó la residencia legal a Martínez. ICE, sin embargo, decidió apelar y rechazó dejarlo en libertad bajo fianza. El mexicano recuerda con una sonrisa que la agencia federal alegó que “era un riesgo para la seguridad de los Estados Unidos”, a pesar de que nunca en su vida ha tenido ni siquiera una infracción de tráfico. Martínez fue liberado y ahora tiene la oportunidad de convertirse en un ciudadano norteamericano.
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