Me bajaron del viaje de mis sueños 

Me bajaron del viaje de mis sueños 

CRÓNICA DE UN EXPERTO 

Enrique Kogan 

Durante años soñé con recorrer América de punta a punta. Mi idea era salir desde Miami, llegar a Alaska y luego bajar hasta Argentina. Un viaje de casi un año, atravesando paisajes extremos y culturas diversas, documentándolo todo desde el volante. Y cuando por fin lo tenía todo casi listo, el plan se frustró por una simple firma que nunca llegó. 

Había elegido el vehículo ideal. Me refiero al Hyundai Santa Cruz. Un modelo 4×4, compacto pero robusto, con capacidad para cinco personas y una caja trasera cerrada perfecta para cargar equipo de camping. No solo era funcional, sino que, al no ser conocido fuera de EE.UU., se convertiría en un embajador rodante para la marca a lo largo del continente.  

Imaginaba compartir mi experiencia en redes, minuto a minuto, y día a día. Se trataba de mostrar cómo el auto respondía en desiertos, selvas y montañas. Yo podía asegurar que el uso de ese vehículo durante el viaje hubiese inspirado confianza y curiosidad por este modelo que Hyundai apenas promueve. 

Me bajaron del viaje de mis sueños 

La propuesta fue bien recibida por la marca. Enviaron el auto equipado a Miami, y comencé una larga cadena de trabajo. Establecí rutas, costos, seguridad, puntos de servicio Hyundai, contenidos multimedia, estimaciones de gasto (unos $75,000), presentaciones y correos. Seis meses de esfuerzos que solo necesitaban un último empujón. La firma del jefe de marketing. 

Pero esa firma no llegó. El ejecutivo encargado, quien irónicamente lidera el marketing para el mercado hispano, rechazó la propuesta sin siquiera revisarla. Un gesto que pone en evidencia el desinterés de muchas marcas por apoyar medios propiedad de minorías, aunque los hispanos lideremos la compra de autos nuevos en EE.UU. 

Me dolió. No por mí, sino por todo el potencial de una campaña que visibilizaba tanto a una comunidad como a un modelo excelente. Tal vez el Hyundai Santa Cruz no conquiste América conmigo al volante, pero esta historia merece ser contada. Sigo soñando con el viaje. Y lo haré, aunque sea en tren, bus o barco. 

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