SUEÑO CUMPLIDO| La jueza Ketanji Brown Jackson siguió la votación junto al presidente Joe Biden. (Foto/EFE)
CONFIRMADA EN LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
Lucía Leal / Agencia Efe
Con 17 años, Ketanji Brown Jackson escribió su mayor sueño: “Ser nominada alguna vez como jueza”. Tres décadas después, superó sus expectativas y ha cruzado el umbral de la historia, con un cargo vitalicio en el Tribunal Supremo de Estados Unidos. Desde la sala Roosevelt de la Casa Blanca, junto al presidente Joe Biden, Jackson contempló la votación que la convirtió en la primera mujer afroamericana a integrar el Supremo en sus 232 años de historia.
“Gracias por esta oportunidad histórica para unirme a la corte con compañeros brillantes, para inspirar a futuras generaciones y para asegurarnos de que hay libertad y justicia para todos”, dijo la jueza durante sus audiencias de confirmación en marzo. A sus 51 años, a Jackson le espera previsiblemente una larga carrera en el alto tribunal, donde se incorporará en unos meses y será apenas la quinta mujer que viste esa toga en la historia del país.
Su currículum puntos llamativos. Hace casi dos décadas representó a cuatro presos de la base naval de Guantánamo (Cuba), y también contribuyó a reducir las penas de cárcel por delitos federales de drogas, que afectan desproporcionadamente a los afroamericanos y latinos. Además, Jackson será la primera jueza del Supremo que tiene experiencia como abogada a nivel federal para personas con pocos recursos, una labor que ejerció durante dos años.
Familia marcada por la segregación
Los abuelos de Jackson crecieron en el estado sureño de Georgia y tanto su padre como su madre, ambos maestros de escuelas públicas, se formaron en colegios segregados por raza y luego estudiaron en universidades para la población negra. “Estoy bastante segura de que si trazan el linaje de mi familia (…) verán que mis antepasados fueron esclavos en ambos lados”, dijo Jackson en una audiencia ante el Senado.
Nacida en Washington DC en 1970, Jackson pasó casi toda su infancia y adolescencia en Miami, inspirada por la pasión por las leyes de su padre, que estudiaba Derecho con voluminosos libros mientras ella, a su lado, coloreaba cuadernos de su jardín de infancia. “Fue mi padre quien me impulsó hacia este camino”, afirmó la jueza. Los padres de Jackson. la acompañaron orgullosos durante las audiencias de confirmación
Ellos quisieron ponerle un nombre que reflejara su herencia africana y se decantaron por Ketanji Onyika, que significa “preciosa”, o al menos eso les dijo una pariente que había visitado África Occidental. “Mis padres me enseñaron que, al contrario que ellos, que tuvieron que enfrentar muchas barreras impenetrables, mi camino iba a estar despejado, si trabajaba y creía en mí misma”, recordó Jackson en un discurso el año pasado.
De Miami a Harvard
En el instituto público donde estudió en Miami, llamado Palmetto, fue una estudiante brillante que escribió en su libro de graduación su deseo de ser nominada alguna vez como jueza. Aún así, enfrentó trabas probablemente relacionadas con su raza: cuando dijo que quería estudiar en la Universidad de Harvard, su asesor académico le aconsejó “no aspirar tan alto”, según la Casa Blanca.
Jackson no le escuchó y acabaría por graduarse cum laude dos veces en Harvard, antes de desarrollar una carrera meteórica que incluyó un periodo como asistente de Breyer, el mismo juez del Supremo al que ahora reemplazará. También trabajó en la Comisión de Sentencias de EE.UU. para reducir las penas de la mayoría de delitos federales de narcotráfico, incluidas las de cocaína en “crack”, algo que permitió liberar y acortar las sentencias a miles de reos.
Era un asunto que conocía de cerca. Su tío fue condenado a cadena perpetua por un crimen no violento de drogas, aunque finalmente fue liberado en 2017, poco antes de morir. Pero Jackson también creció familiarizada con el otro lado de la ley. Otro de sus tíos fue jefe de Policía en Miami, mientras que un tercero fue detective y su único hermano fue un agente policial infiltrado en las calles de Baltimore, antes de ser enviado a Irak durante la guerra de 2003.
Trabas a Trump
Las sentencias más conocidas de Jackson llegaron cuando era jueza en una corte federal de Washington. En 2018, invalidó un plan del entonces presidente Trump para facilitar el despido de los trabajadores del sector público. “Los presidentes no son reyes”, proclamó en otro famoso fallo en el que decidió que Trump no podía impedir que un exabogado de la Casa Blanca, Don McGahn, declarara sobre la “trama rusa” ante el Congreso.
En 2019, bloqueó un plan de Trump para expandir las exportaciones exprés de indocumentados, aunque ese mismo año permitió que el presidente esquivara normas medioambientales para construir el muro con México, al opinar que el tema estaba fuera de su jurisdicción. La magistrada lleva 26 años casada con el cirujano Patrick Jackson, de quien adoptó el apellido sin desprenderse del todo del de sus padres, Brown.
Ambos tienen dos hijas. Talia, de 21 años, y Leila, de 17. En 2016, tras la muerte del juez del Supremo Antonin Scalia, la menor de ellas envió una carta al entonces presidente, Barack Obama. En esa carta le pedía a ex presidente que nominara a su madre para la Corte Suprema de Justica. Seis años después, el deseo de Leila Jackson se ha hecho realidad. Ella va a acompañar a su madre a tomar juramento como jueza del Supremo.
También te puede interesar:
Tepesianos con orden de deportación recuperan vía a la residencia
otras noticias
Voces influyentes tomaron en estrado en la campaña presidencial
Rapids se quedan sin semifinal al caer ante Galaxy
La mitad de los votantes de 2020 ya han votado en EE.UU.