Hombres de las cavernas

Hombres de las cavernas

Jesús Sánchez Meleán

La reciente arremetida contra la libertad del voto me tiene más que sorprendido. Se trata de una estrategia de los congresistas republicanos en dos docenas de estados “rojos” en Norteamérica. Esa acción, de corte exclusivamente político, y basada en el hecho que tienen mayoría en esos estados, debilita la institución fundamental de la democracia norteamericana.

Quienes, como yo, admiramos el ingenio político de los padres fundadores de EEUU, sentimos vergüenza por la forma en la cual integrantes de un partido político desnaturalizan su brillante creación de finales del siglo 18. ¿Podría seguirse llamando democracia a un sistema en el cual, de madera deliberada, se restringe o se dificulta el ejercicio del voto?

Y peor aun, ¿puede un solo partido político avanzar en su intento de restringir el voto sin que los organismos de balance de poder, como las cortes, se lo impidan? Yo espero que prontamente llegan a las cortes, en distintas instancias, tantas demandas de nulidad e inconstitucionalidad como haya lugar. 

Será inevitable que este tema se convierta en una disputa legal. Este tema creará no pocos conflictos en las elecciones de medio término. Pero, el tema trasciende lo legal y se vuelve en revelador. Las supuestas reformas a los procedimientos electorales en los estados se basan en una mentira, según lo establecieron 68 corte de distintas instancias y de diferentes estados.

Las cortes ya establecieron que no hubo fraude en la elección presidencial. También lo dejó por sentado el Departamento de Justicia, cuando estaba encabezado por William Barr. Y lo ratificó el funcionario a cargo de ciberseguridad del país hasta diciembre 2020. Pero, digámoslo en tono populistas: “las bases republicanas” le siguen creyendo al candidato perdedor.

La sorpresa me embarga al leer -las calificadas por mí como alocadas y extremas- propuestas, que los legisladores locales de Georgia querían imponer. El proyecto original de ley electoral en Georgia eliminaba toda posibilidad de voto por correo, salvo en casos muy especifico, como el servicio militar en el extranjero.

De igual manera se quería reducir el número de días de voto anticipado. En particular, pretendían eliminar el voto anticipado los días domingo. Para ellos era muy peligroso que los religionarios de las denominaciones baptistas, en su mayoría africano americanos, se fuesen a votar inmediatamente después de terminar los servicios religiosos dominicales.

Los legisladores que crearon el proyecto de ley también querían prohibir las cajas metálicas en las cuales podían depositar su voto aquellos que pedían votar por correo. La idea era que, si lograban eliminar el voto por correo, ya no sería necesario esas cajas metálicas que les incomodaban.

El proyecto que finalmente aprobó la legislatura de Georgia fue mucho más moderado. Me gustaría saber quién o quiénes los hizo caer en cuenta que estamos viviendo en el siglo XXI.  Antes de ello me imaginé que estos legisladores republicanos de Georgia vivían todavía en una cueva, iluminándose exclusivamente por el fuego.

Esos legisladores, como los hombres de las cavernas, seguramente solo confiaban en el sistema de conteo que consiste en hacer marcas en las paredes de la caverna. Y claro esos legisladores serían de aquellos capaces de irrespetar las marcas hechas en la caverna para imponer ellos, según su criterio o su acuerdo, a los líderes de la tribu.

Esta idea de irrespeto a la voluntad popular se expresa en la reducción del poder del secretario de estado como garante electoral en Georgia. Ahora, los hombres de las cavernas al frente de la tribu, o mejor dicho la asamblea legislativa de este sureño estado, tendrán la ultima palabra en materia electoral.

Es muy lamentable quedar en manos de los hombres de las cavernas.

Jesús Sánchez Meleán

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