(Fotos/Morgan Smith)
Morgan Smith / [email protected]
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La reciente declaración del Embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, sobre la falta de cooperación en seguridad entre ambos países, refleja un problema profundo y preocupante. Conocí a Salazar en los años 90 cuando trabajamos bajo el mandato del gobernador de Colorado, Roy Romer. Su seriedad y prudencia siempre me han impresionado, por lo que su crítica no es una sorpresa, sino un llamado a la acción.
El estado actual de seguridad en México es alarmante. Desde la violencia extrema, como los asesinatos de alcaldes recién electos en Guerrero y Oaxaca, hasta el control de zonas como Anapra por parte de cárteles, las señales son claras. El crimen organizado sigue avanzando. Las cifras son impactantes. En agosto de 2024, Juárez reportó 76 homicidios, un promedio de 93 al mes durante el año, mientras que México entero registra 140 asesinatos diarios.
Este panorama obliga a tomar medidas conjuntas y efectivas. La presidenta Sheinbaum ha priorizado la militarización como estrategia de seguridad. Sin embargo, mi experiencia en la frontera muestra que los soldados no son la solución. Necesitamos policías capacitados en investigación y fiscales efectivos. Mientras tanto, en Estados Unidos, el flujo de armas hacia México y nuestra insaciable demanda de drogas son problemas que agravan la crisis.
Aranceles son una mala idea
Por otro lado, las amenazas de Trump de imponer aranceles a México son un error. Con más de 800 mil millones de dólares en comercio bilateral, dañar esta relación económica sería contraproducente. Necesitamos cooperación, no coerción. El reciente arresto de miembros del Tren de Aragua en Nueva York y El Paso muestra cómo la violencia organizada trasciende fronteras.
Este es un recordatorio de que nuestras políticas de seguridad deben ser regionales y colaborativas. Salazar tiene razón en sus críticas, pero Estados Unidos también debe asumir su parte de responsabilidad. Es hora de que enfrentemos juntos este desafío. La relación entre México y Estados Unidos es crucial, no solo por comercio, sino por la seguridad de nuestras comunidades. Cooperar y buscar soluciones sostenibles es el único camino viable.
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