Buenos y malos ejemplos

Jesús Sánchez Meleán

El gobernador Jared Polis ha tomado medidas arriesgadas en la batalla contra el coronavirus. Polis decretó una orden para quedarse en la casa que sólo podía tener efecto si los residentes del estado estaban conscientes de los riesgos que la epidemia podía llegar a tener sobre su salud. El gobernador le habló a los ciudadanos. Explicó y dio razones para justificar sus decisiones. Este funcionario ha hecho uso de los datos que los epidemiólogos le preparan. Hemos recibido un discurso que se basa en la ciencia. Polis no ha especulado. Presenta datos.

El gobernador ha pedido que los residentes pongan de su parte. Y lo han hecho. Los datos indican una reducción del 80 por ciento en la circulación vehicular del estado. Por otra parte, el ritmo de contagio se ha reducido en el estado. En la primera semana de marzo, el número de casos positivos se duplicaban cada dos días. Para la última semana del mes de marzo, los casos se duplican ahora cada cinco días. Polis se asomó al abismo al haber pedido que se usara un tapabocas casero para no propagar la enfermedad.

Los residentes del estado atendieron la petición de Polis y están saliendo a la calle con tapabocas. Otro caso exitoso en el combate del virus es California. La epidemióloga Karin Michels resalta que el número de infectados por cada 100 mil personas y la tasa de mortalidad se han reducido. El gobernador Gavin Newsom fue uno de los primeros del país en decretar un confinamiento estricto y que, al igual que el de Colorado, solo permite actividades esenciales como ir al supermercado, a la farmacia, y a ejercitarse respetando las distancias sociales.

Polis y Newsom han venido batallando con la escasez de insumos en los Estados Unidos para poder practicar pruebas masivas. Ambos se han preparado para escenarios críticos -con miles de personas necesitando cuidados intensivos-, habilitando espacios públicos para que puedan operar como hospitales. Con las limitaciones en frente, los gobernadores de Colorado y California solo han tenido en sus manos el decretar normas de distanciamiento social que solo podían aplicarse mediante apelando a la consciencia de los residentes del estado.

Estos dos gobernadores son un buen ejemplo. Y su desempeño en esta crisis contrasta con la falta de acción de los gobernadores de once estados. Los gobernadores de Alabama, Arkansas, Carolina del Sur, Dakota del Norte, Dakota del Sur, Iowa, Nebraska, Missouri, Oklahoma, Utah y Wyoming decidieron no emitir ordenes de distanciamiento social. Estos gobernadores argumentan que la densidad población de sus estados no amerita dictar ese tipo normas.

El medico Anthony Fauci, director del National Institute of Allergy and Infectious Diseases, expresó una fuerte crítica a esos gobernadores. “No entiendo por qué todos los estados no están bajo órdenes de quedarse en casa. No entiendo por qué eso no está sucediendo. Los otros malos ejemplos los aportan los gobernadores de Texas, Florida y Georgia. Ellos dictaron regulaciones de distancia social cuando ya no tenían más remedio porque el número de contagio en sus estados estaba creciendo. Sus órdenes fueron muy elementales.

Ambos determinaron que los servicios de iglesias cristianas, de diversas denominaciones, eran un servicio esencial. Los servicios religiosos pueden llevarse a cabo en esos dos estados asumiendo que los asistentes mantienen distancias de 1 metro y ochenta de cualquier otro feligrés de la congregación. Los resultados en esos dos estados no son buenos. Los casos confirmados en Florida superan los 15 mil y en Texas y Georgia los 10 mil, cada uno. La salud pública tiene que ser un objetivo superior. Y los gobernadores de estos 14 estados han faltado a ese principio.


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