Lola “Dinamita” González luchó por el empoderamiento femenino

Lola “Dinamita” González luchó por el empoderamiento femenino

EXLUCHADORA | La chihuahuense Lola “Dinamita” González. (Foto/EFE)

EXLUCHADORA DE LUCHA LIBRE

Redacción El Comercio de Colorado

Lola “Dinamita” González quedó espantada al ver la lucha libre. Pero, pronto supo que tenía talento para esta disciplina. También supo que iba a transitar un camino lleno de dificultades. “Le dije a mi amiga que ya no quería regresar nunca más a esos lugares”, dijo sobre la primera vez que, de adolescente, acompañó a una amiga a ver lucha libre en Ciudad Juárez, en Chihuahua, de donde es originaria.

Fue varias veces e incluso acompañó a la misma amiga a unas pruebas sobre el cuadrilátero en las que instantáneamente se sintió cómoda. Desde entonces, nunca lo ha abandonado del todo, a pesar de que dos hombres del mismo mundo trataron de alejarla. Durante unos años estuvo entrenándose a escondidas de su familia y conoció a Fishman, un luchador de éxito del que se enamoró.

Se fue a Ciudad de México para engrandecer su carrera al conocer en Ciudad Juárez a un grupo de mujeres luchadoras. Una de ellas le dio alojamiento en la capital cuando logró ahorrar para irse. Allí se reencontró con Fishman, a quien admiraba profundamente. Con él llegó a tener una relación de 12 años llena de tormentos por todo lo que implicaba el mundo de la lucha libre.

Las luchas la salvaron

Lola las adoptó dos hijas que tenía el luchador. Después él quiso tener otro hijo con ella, quien se encontraba en un momento de gran éxito con viajes recurrentes a Japón que le aportaban estabilidad económica. Pero Fishman quiso que dejase de trabajar. “No había manera de escapar de todo ese contexto. Por más ilusiones que me hiciera, yo veía el mundo de la lucha libre, las giras”.

Lola, una de las luchadoras más populares de los 1980 y 1990, no imaginaba el sufrimiento por iniciar una relación más seria. El ambiente de la lucha no era favorable para las mujeres, a quienes pagaban y respetaban mucho menos. Además, según contó, algunos compañeros las acosaban. “(La relación) Se hizo cada vez más tensa y yo creo que él era bastante infeliz porque empezó a tomar mucho.

Luego, ya vino mucha agresión y golpes, hasta que un día que me defendí porque sentí que mi vida estaba corriendo peligro. Me asusté mucho, porque ya mis tres hijas estaban viendo toda esa violencia y ese día fue el parteaguas”, manifestó. Se marchó de la casa y continuó trabajando para sacar adelante su propia vida y la de sus hijas, a pesar de las dificultades en el camino.

“No te rindas”

En el camino, conoció a otro luchador con el que estableció una relación y que también quiso que ella dejase de trabajar. Antes de convencerla, Lola descubrió que él había mantenido relaciones con una de sus hijas. “Entonces tomé una decisión: nunca más en mi medio, nunca más en el trabajo, nunca más voy a exponer a mis hijas a nada más”, afirmó. Continuó cosechando éxitos a pesar de las condiciones adversas.

“Es un deporte popular, no de élite, entonces no ganamos las grandes bolsas”, explicó. Aunque lamentó que las cosas no han cambiado mucho para las luchadoras, lo que sí cambió fue su consciencia de que no quería dejarse explotar. Y entonces comenzó a diversificar sus actividades económicas, buscando otros modos de hacer dinero más allá del cuadrilátero. Ella dicta talleres de autodefensa en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).


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