EN LA VULCANIZADORA EN ANAPRA| Fernando y María posan para una fotografía. (Foto/ Morgan Smith)
CRÓNICA DE MIS VISITAS A ANAPRA EN CHIHUAHUA
Morgan Smith / [email protected].
Nos conocimos el 30 de noviembre de 2019. Conducía yo hacia el oeste desde el centro de Juárez, México, donde había entregado alimentos y ropa en el refugio para migrantes Respettrans. Iba con destino a Anapra para documentar el avance de varios proyectos que había estado apoyando por una década.
Me preocupaba el viaje porque Juárez tiene una de las tasas de homicidio más altas del mundo. También me estresaba la policía, los soldados, los baches, los conductores temerarios, y el cansancio por conducido desde Santa Fe, Nuevo México. La fotografía es mi salvación y tuvo una oportunidad de fotografiar una vulcanizadora pintada de color rosado.
Al detenerme vi a un hombre con aspecto aturdido que estaba parado frente a la vulcanizadora. Su brazo derecho temblaba. Estuvo de acuerdo con mi solicitud de tomar fotos. Luego apareció otro hombre, más joven. Se presentó como Fernando, dijo que el otro hombre era su hermano mayor, Francisco. Tomé más fotos y me fui.
Tomar fotografías
En mi próxima visita, me detuve para entregar a Fernando una copia impresa de la foto. Me contó que estaba había estado en ese negocio de vulcanización durante cuarenta años. Continué con estas visitas, tomé fotos de ellos sosteniendo las fotos anteriores. Pude ver que Francisco se deterioraba por la demencia y el Parkinson.
¿Qué ayuda podría conseguir en Juárez donde la atención médica es tan limitada? Yo solo conocía el proyecto Visión en Acción, asilo de salud mental privado con unos 120 pacientes, varios de los cuales con demencia. ¿Sería esta una opción para Francisco? Su creciente debilidad le impedía trabajar en la reparación de neumáticos.
El 19 de noviembre de 2022, Fernando no estaba afuera como de costumbre. Lo encontré a él, a su esposa, María, y a un nieto en su pequeña sala de estar. Fernando estaba agachado, sosteniendo muletas y usando pantuflas en los pies. Hablamos y él comenzó a llorar. Por una vez, me resultó difícil entender lo que estaba diciendo.
Había perdido sus pies debido a la diabetes. En varias visitas posteriores, pasé por la tienda sin detenerme. Me afectaba emocionalmente. Pero el 27 de octubre de 2023, sí me detuve y allí estaba él en una silla de ruedas, con ambos pies amputados. Ese negocio ya no contaría ni con Francisco ni con Fernando.
Milagrosa llamada de Cheryl
¿Cómo sobrevivirían al estar incapacitados? María me mostró la patética silla de ruedas de Fernando. La parte trasera del asiento se estaba deshaciendo y Fernando tenía que sentarse encorvado. Pero, hace dos semanas, sonó mi teléfono con una llamada de Cheryl Ferrell, fundadora de Dignity Mission en Placitas, Nuevo México.
Cheryl me preguntó: “nos han dado una silla de ruedas nueva. ¿Conoces a alguien que la pueda necesitar?”. El jueves 11 de abril, mi esposa, Sherry, y yo recogimos la silla de ruedas en Placitas. Cruzamos la frontera en Santa Teresa con ella. Un soldado mexicano en la aduana me interrogó y tuve que enseñarle la foto de Fernando con los pies vendados.
Al llegar a la vulcanizadora subimos a Fernando en la silla de ruedas. Nos encontramos con dos jóvenes hijos de Fernando que habían llegado para hacerse cargo del negocio. Fue un momento agridulce y solo un pequeño paso dada la enormidad de la pérdida de sus pies, pero fue un comienzo. Mi profundo agradecimiento a Cheryl y a su esposo.
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