Espero que no los dejen

Espero que no los dejen

Jesús Sánchez Meleán

“Arranca mi mariachi”, dice la voz cantante de este improvisado mariachi. Y de inmediato, se escuchan los acordes del popular tema “Si nos dejan” obra de José Alfredo Jiménez, compositor gloria de México. Los ejecutantes corean, “Si nos dejan, buscamos un rincón cerca del cielo, si nos dejan, haremos con las nubes terciopelo”. Lo lamentable es que su interpretación es terriblemente pobre. Estamos en presencia de un mariachi de baja catadura.

Se trata de un mariachi de pacotilla. Y no podría ser de otra manera. Tres de los integrantes, los que ejecutan el guitarrón, la trompeta, y las maracas, no son buenos músicos. Ellos tres se especializan en persecuciones; encarcelamientos; torturas; y juicios sumarios, sin seguir el debido proceso. Por ejemplo, el del guitarrón puso preso a todos los candidatos presidenciales en Nicaragua que aspiraban, limpiamente, a derrotarlo en elecciones.

El de la trompeta no se queda por detrás. Ese tiene presos a tres centenas de opositores políticos y tuvo el tupé, al igual que el del guitarrón, de escoger cuáles eran los opositores más dóciles para dejarles inscribir sus candidaturas. A los políticos opositores más rebeldes les abrió procedimientos judiciales que los inhabilitó para ser candidatos en elecciones en Venezuela. A los rebeldes los acorralaron hasta llevarlos a la cárcel o hacerlos ir al exilio.

El de las maracas a es el peor de los tres mariachis improvisados. Es el más consumado dictador. Tiene a su disposición una tecnología autoritaria de sesenta años. No dudó en usar las técnicas represivas para controlar a miles de jóvenes que osaron salir a las calles de la Habana y otras ciudades a reclamar por mejor calidad de vida. Esa afrenta la están pagando con sentencias sumarias y arbitrarias de dos décadas de cárcel por el delito de sedición.

Piensa uno entonces, si estos tres mariachis son tan malos músicos y peores gobernantes, ¿qué hace la voz cantante arengando en favor de esos otros tres? O mejor dicho, ¿qué busca el único mariachi mexicano de esta improvisada y cantinflérica agrupación? ¿Cómo explica este mexicano que a él le gusta rodearse de dictadores autoritarios, represores? ¿Convalida este mariachi el que se use la cárcel y la justicia para castigar a los opositores políticos?

Espero que a este triste mariachi no lo dejen seguir mostrándole al mundo su desfachatez. Los tres instrumentistas, el de las maracas, el de la trompeta y el del guitarrón, no creo que nunca puedan conseguir “un rincón cerca del cielo”. Mientras, el mariachi de la voz cantante, ya tiene ganado por lo menos “el purgatorio” por alcahueta del autoritarismo.

Jesús Sánchez Meleán

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