Jesús Sánchez Meleán
Siendo un niño, con 11 años, vi por televisión y en directo, las imágenes de Richard Nixon despidiéndose de la Casa Blanca ya montado en el helicóptero que lo sacaría de Washington D.C. Esa tarde del 9 de agosto de 1974, Nixon había renunciado a la presidencia de EEUU para evitar el ser enjuiciado. La distribución de fuerzas de aquel congreso muy probablemente hubiese conducido a la destitución de aquel presidente republicano.
Si mi memoria no me engaña, aquella tarde del 9 de agosto, abrí la venta del hotel Shelborne, en la calle Collins de Miami Beach, para darme cuenta que la normalidad reinaba en aquella zona turística. No recuerdo haber visto la guardia nacional en las calles. Con aquella tranquilidad reinante, mi visita al Magic Kingdom Park pudo tener lugar sin problemas. Recuerdo haber visto en los periódicos del 10 de agosto de 1974 la fotografía de Nixon despidiéndose.
Vi que un presidente electo, Nixon, dejaba el poder con tranquilidad, sin mayor sobresalto. Mientras, unos 47 años después, vi como otro presidente, perdedor de su reelección, provocaba una revuelta en vez de aceptar su derrota. Para mí es un contraste grande. Es el mismo país, pero ¿que pudo haber provocado que este otro actor político dentro del mismo país pudiera haber estimulado el asalto al sagrado edificio del Congreso norteamericano?
La distribución de las fuerzas en el congreso le permitió a este otro presidente republicano el salir ileso, no destituido, luego de haber estimulado aquella barbarie. Pero, ahora que se tiene información adicional es posible concluir que hay mucho más por ver. Resulta que este mismo expresidente había provocado otra crisis. Me refiero a que causó un tapón en las tuberías del desagüe de aguas negras de la Casa Blanca, otra histórica edificación en EEUU.
Es increíble, pero parece cierto el que una misma persona pretenda destruir dos instituciones. Durante su mandato, entre enero 2017 y enero 2021, el ahora expresidente estadounidense solía tirar documentos por el inodoro. Este argumento fue publicado por la periodista Maggie Haberman en su libro “Confidence Man: The making of Donald Trump and the breaking of America”. Haberman incluyó en el libro imágenes de un “supuesto” inodoro de la Casa Blanca con notas rotas en su interior.
En una de las notas rotas se puede leer la palabra “clasificado”. Según le revelaron a Haberman personas que integraban el equipo del expresidente, el hábito de romper documentos por parte del funcionario no fue esporádico. Trump habría desaparecido tantos documentos por esa vía que llegó a obstruir las tuberías de la antigua edificación. Esto es un crimen, de llegar a probarse. ¡Que llamen a los plomeros! Ellos podrán descifrar este misterio.
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