Firma Invitada - El incendio mortal en Juárez

(Foto/Morgan Smith)

Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por nuestros columnistas invitados no reflejan las opiniones, creencias y puntos de vista de esta publicación.

Morgan Smith

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Nos detuvimos en la concurrida calle junto al edificio donde ocurrieron estas terribles e innecesarias muertes. Un joven de Venezuela se acercó a nuestro auto para decir que su primo había estado entre los asesinados. Parecía atónito, incrédulo. No pudimos hablar largo y tendido; había demasiado tráfico dando vueltas a nuestro alrededor. Y lo más importante, yo no sabía qué preguntarle. Iba a parecer demasiado intrusivo.

Sin embargo, varias preguntas deben ser respondidas. Primero, ¿cómo pudieron los que estaban a cargo el marcharse sin abrir las puertas de las celdas y sin dejar a los detenidos a salvo? El video que ahora podemos ver deja en claro que estos guardias inicialmente no estaban en peligro por el fuego. En segundo lugar, el presidente López Obrador, afirma que los detenidos iniciaron el fuego al prender fuego a un colchón.

Pero ¿dónde conseguían los fósforos? ¿No fueron registrados todos cuando fueron detenidos? Y, lo más importante, ¿por qué fueron encerrados? En los últimos tres años he tenido varias ocasiones de entrevistar a migrantes que han sido deportados o expulsados. Es una experiencia dolorosa. Hay mujeres, pero en su mayoría son hombres que han pagado grandes sumas, tal vez entre $ 5,000 y $ 8,000, a “coyotes” para llegar hasta la frontera de EEUU.

Lo que han pagado es más que el ingreso anual promedio en Honduras, por ejemplo. Han pedido dinero prestado a vecinos y familiares con la suposición de que llegarán a los EE. UU. donde podrán ganar mejores salarios y pagar estos préstamos. Pero ahora tienen que volver con las manos vacías. Además, están volviendo al mismo peligro y violencia personal que los hizo huir en un principio.

Mis experiencias con aquellos que han sido deportados o expulsados fueron primero en el refugio Tierra de Oro en Palomas y más recientemente en las instalaciones de la estación de bomberos Grupo Beta también en Palomas. En ambos casos, estos migrantes que serían enviados de regreso a sus países de origen eran libres de ir y venir dentro de Palomas. Nadie los estaba encerrando.

Visitamos el sitio de Grupo Beta el 10 de marzo y hablamos con un grupo de seis hombres y una mujer que serían devueltos a Colima, México. Todos eran libres de ir a la tienda OXXO a buscar giros postales para transportarlos a casa. ¿Por qué, entonces, había que encerrar a los de Juárez? EE. UU. y México debemos trabajar juntos para asegurar que el “sistema de refugio” sea adecuado en términos de espacio y tratamiento seguro.

Hay modelos de refugios seguros para emular. Respettrans a solo cinco minutos del lugar del terrible incendio; Colores United en Deming, Nuevo México; y Grupo Beta en Palomas.

La necesidad de un espacio de alojamiento decente en ambos lados de la frontera continuará. El trabajo cojunto va a prevenir prevenir más desastres. Este es un desafío no solo para AMLO y el presidente Biden, un desafío que no pueden evadir. Ya se han perdido demasiadas vidas.

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