El delirio del encierro

El delirio del encierro

Jesús Sánchez Meleán

El encierro ha tenido un impacto negativo en mi salud mental. He comenzado a considerar cómo válido lo que en otro momento yo hubiese descalificado como una teoría conspirativa. En estas noches de insomnio, luego de largos y tediosos días, he llegado a pensar que China tiene una alta cuota de responsabilidad en el origen del “nuevo” coronavirus.

Según mis delirios, el virus fue una creación de científicos pagados por el gobierno chino. Reportes que he leído aquí y allá aseguran que estos científicos trabajaban en pruebas de laboratorio para vencer virus de la misma naturaleza del que ha dejado mas de 184 mil muertos en todo el mundo.

Esos otros tipos de coronavirus, como el SARS y el MERS, atacan el sistema respiratorio y los pulmones, al igual que el COVID-19.  Pero, en mis alucinaciones, yo doy crédito a quienes aseguran que mientras los SARS y el MERS parecieran tener su origen en el reino animal, el COVID-19 fue una creación de laboratorio.

El gobierno chino identificó a los murciélagos como los responsables de portar el mortal virus. Se señaló a los murciélagos que eran vendidos en el mercado libre de Wuhan. Lo lamentable es que a pocas horas de detectarse la propagación del virus esas mismas autoridades, que acusaron a los murciélagos, procedieron a demoler ese mercado con todo y sus mercancías.

La falta de esa evidencia refuerza mi creencia en un supuesto, y no comprobado, memorándum de infectólogos norteamericanos que visitaron el laboratorio de enfermedades virales ubicado en Wuham. Por cierto, el mercado donde se dice que estalló el brote estaba localizado a pocas millas de ese laboratorio.

Estos supuestos infectólogos habrían alertado que sus colegas chinos practicaban riesgosos experimentos con virus. Los norteamericanos visitaron a los chinos en enero de 2018 y enviaron su supuesto memorándum a la embajada de EEUU en China y otro a las autoridades de la Organización Mundial de la Salud (WHO)

En mis aturdimientos concluyo que a los científicos chinos se les escaparon de las manos sus experimentos. Ellos terminaron contagiándose con el extraño virus que habían creado. Esta afirmación tampoco podría ser corroborada. He leído, o imaginado, cosa muy posible después de 45 días de encierro, que todo ese equipo científico chino tiene un paradero desconocido.

Una comisión internacional de expertos debería adelantar una investigación profunda para conocer el origen de esta epidemia que se convirtió en pandemia. Y en mis fantasías llego a imaginar que esa comisión llega a establecer responsabilidades similares a las que se le aplicaron a Alemania en 1918 por haber usado gas pimienta en la Primera Guerra Mundial. 

Y esos espejismos me hacen ir más allá. Veo, o imagino, que esas sanciones contra China no solo deterioran el prestigio de ese imperio. Llego a ver, casi como si fuese real, que las sanciones tienen un impacto económico real y producen un reacomodo. Centroamérica, Suramérica y México comienzan a recibir las inversiones que antes llegaban a China.

Cuando ya el confinamiento no sea necesario y yo tengas nuevas rutinas, que no sé cuáles van a ser, voy a extrañar esas noches llenas de quimeras. Y quién quita si algunas de esas fantasías se convierten en una realidad.


También te puede interesar:

Buenos y malos ejemplos

El aplauso

En calma