Responsable de mis actos

Responsable de mis actos

Jesús Sánchez Meleán

Era previsible lo sucedido en un establecimiento de Waffle House en Aurora. En ese restaurante, que como en todos los otros en Colorado solo aceptan órdenes para llevar, un cliente de 27 años entró en cólera al negársele ordenar comida por no portar un tapabocas. El cliente de nombre Kelvin Watson desató su ira, o mejor dicho probó sus nervios, regresando por dos noches seguidas al mismo establecimiento para saber si lograría colocar su orden.

En la segunda oportunidad, Watson no resistió la negativa. Primero le dio una bofetada al cocinero dentro del local. Luego, persiguió al mismo cocinero y le disparó con su arma de fuego. El cocinero fue hospitalizado y logró recuperarse de las heridas al cabo de varios días. Mientras, basándose en una denuncia y en el testimonio del personal de Waffle House, la policía de la ciudad de Aurora detuvo a Watson en su residencia.

Este hombre enfrenta cargos por intento de asesinato. Seguramente su abogado, que es un defensor público del condado de Arapahoe, va a argumentar que Watson debió ser atendido. Y que, según su punto de vista, su reacción fue un ataque de ira mal manejado. El abogado de Watson dirá que ese ciudadano estaba muy confundido. Dirá, que sٕí, el ha visto a Jared Polis, a Michael Hancock y a Mike Coffman usando máscaras.

En su descargo, también podrá decir que Trump ha visitado plantas industriales, en varias partes del país, con su cara descubierta. Y, pero aun, va a poder recordar que Mike Pence visitó hasta un hospital, con enfermos graves, sin usar una máscara. Y valga decir que estos dos funcionarios han estado en contacto con personas contagiadas. Ni Trump ni Pence han sido fotografiados o grabados con máscaras. La falta de ese detalle no es poca cosa.

Ese argumento de la confusión le puede prosperar como atenuante para la pena que seguramente le impondrán a Watson. Es que la autoridad sanitaria del condado en el que reside este ciudadano determinó que el uso de las máscaras es un acto voluntario. Así lo dejó saber muy claro John Douglas, médico que dirige la oficina del Try County, a cargo de las políticas de salubridad para los condados de Adams, Arapahoe y Douglas.

Este médico comunicó que había descartado el emitir una orden de salud pública para obligar al uso de las máscaras. En su defecto, Douglas indicó que a la oficina a su cargo solo le tocaba el educar y hacer conscientes a las personas sobre los beneficios de usar tapabocas. Douglas dejó al libre albedrío, a la decisión de cada quien, si las usa o no. Según este funcionario, hubiese sido muy difícil el aplicar una orden de este tipo.

En el condado de Denver, donde si es obligatorio el usar las máscaras, se han registrado unos 200 contactos de la policía con personas que no portaban máscaras. De esos contactos, unos 66 resultaron en advertencias de sanción si la persona incurría nuevamente en violar la prohibición. Esos son los datos que no suministró la oficina de manejo de emergencias de Denver e incluye todos los casos registrados a partir del 6 de mayo.

Para un condado con poco más de medio millón de habitantes creo que son cifras bajas. No le puedo otorgar la razón a Douglas. Creo que si era factible el aplicar una ordenanza que obligara a usar máscaras. No solo factible es un hecho moralmente obligatorio. Basta con ver las otras cifras. Solo en el condado de Arapahoe, bajo la autoridad de Douglas, se registran 3,943 casos, unos mil casos menos que en Denver.

Pero, al ver el número de muertes, se observa que Arapahoe alcanza los 273 fallecidos. Esa cifra representa 23 muertes menos que Denver. Y si se suman los decesos de los tres condados a cargo del Tri County, se llega a la suma de 424 que presenta un 55 por ciento más que los fallecidos en Denver.

¿No valía la pena hacer cualquier esfuerzo para cortar la propagación del COVID-19? Eso queda en la conciencia del doctor Douglas. Mientras, yo, por decisión muy personal, no me quito mi mascara ni para dormir. Yo soy responsable de mis actos.


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