
CORAZÓN RANCHERO| Carín León en Bésame Mucho. (Fotos/Juan Bravo- El Comercio de Colorado)

Lo confieso: este cronista, casado y orgullosamente nacido en Aguascalientes hace 42 años, se volvió niño otra vez durante el festival Bésame Mucho en Austin, Texas. Y como buen fanático con el corazón ranchero, fui por él… por Carín León, claro. Aguanté horas de frío, viento y hasta lodo, pero cuando ese sonorense se subió al escenario con su voz rasposa y su mariachi filoso, se me olvidaron las piernas entumidas y el alma cansada. ¡Qué joya de presentación!

NUEVO LEÓN| Ramón Ayala.

COAHUILA| Camila.

MÉXICO| Kabah.
Ahora bien, lo que no esperaba era que el festival se convirtiera también en una máquina del tiempo. Porque de repente, entre el gentío y los escenarios, escuché algo que me sacó una sonrisa nerviosa: “La calle de las sirenas” de Kabah. Y no lo escuché en la radio de un taxi, no, era Kabah en carne, coreografía y lentejuelas. Me transportaron directo a mis años de secundaria, cuando los bailes escolares eran la pista de mis penas amorosas.

REPÚBLICA DOMINICANA| Proyecto Uno.

CHILE| Los Prisioneros.

MÉXICO| Moenia.
Y la cosa no paró ahí. Vi a Proyecto Uno haciendo que la multitud brincara con “El Tiburón”, como si aún estuviéramos en los 90. Me topé con los legendarios Los Prisioneros, cuya crítica social sigue sonando igual de vigente, y coreé con fervor “Tren al Sur”. Lloré (pero poquito) con Camila y me puse filosófico con Moenia. Y para cerrar con broche de juventud acumulada, vibré con Hombres G y su eterno “Devuélveme a mi chica”.

RETRO| Matute.

NORTEÑO| Pesado.

MÉXICO| Palomazo Norteño.
Ramón Ayala, Duelo y Matute
¿Qué aprendí? Que sí, estoy envejeciendo, pero con estilo. Porque ver juntos a Ramón Ayala, Duelo, Matute y hasta a Palomazo Norteño en un solo día es una experiencia que vale cada cana. Y el ambiente… ¡ah, el ambiente! Alegre, cálido, lleno de mexicanos, latinos y gringos bailadores que solo querían disfrutar de buena música sin importar el frío tejano.

REGIONAL| Duelo.

ESPAÑA| Hombres G.

Austin nos recibió con su mejor vibra, y el Bésame Mucho se convirtió en un carnaval de generaciones, de ritmos, de memorias. Me quedo con la garganta ronca, los pies cansados y el corazón contento. ¿Volveré el año que viene? Claro que sí. Aunque tenga que empacar mis pomadas para el lumbago.
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