La boleta de calificaciones

Jesús Sánchez Meleán  

Andrés Manuel López Obrador recibió su boleta de calificaciones, como cualquier alumno de primaria o secundaria. Y es que el propio López Obrador confesó que todavía está aprendiendo el oficio de ser presidente. Dijo que necesitaba un segundo año de gestión para poder mostrar un mejor desempeño y obtener logros concretos. Esta confesión de López Obrador me permite asumir que, en promedio, obtuvo una C (suficiente) que equivale a 6 puntos de los 10 que podía obtener. 

La calificación más alta la obtuvo por su esfuerzo de erradicar el “huachicoleo”. Luego de 365 días de la administración de López Obrador, el robo de combustible se ha reducido en un 90 por ciento según datos aportados por la empresa petrolera estatal, PEMEX. Esos datos son creíbles porque fueron auditados por dos firmas independientes. La estrategia del presidente logró minimizar la actividad ilegal de los huachicoleros, en el sur y centro de México. El robo de gasolina le costaba a México unos 3 mil millones de dólares al año.   

El presidente también se destacó por mantener un tono conciliador con su colega Donald Trump. Queda claro que ambos tienen una visión y una comprensión del mundo, muy distinta; diríamos que hasta antagónica. Sin embargo, López Obrador ha mantenido una relación cordial con Trump. Incluso, ambos presidentes han mostrado que coinciden en temas como la forma de administrar las relaciones comerciales entre los tres países de Norteamérica. López Obrador y Trump también han coincidido en la restricción de la migración centroamericana.

El presidente mexicano ha mostrado un gran autocontrol y eso ha sido bien visto por quienes lo han calificado. Cada día, en las extenuantes ruedas de prensa mañaneras, López Obrador se las ingenia para evitar comentarios estridentes que lo enemisten con su homólogo norteamericano. Tras la declaración de Trump de considerar terroristas a los carteles de la droga mexicanos, López Obrador se mordió la lengua y solo respondió, “cooperación sí, intervencionismo no”. ¿Puede alguien mostrar una más alta dosis de aplomo?

López Obrador obtuvo una mala calificación debido a su manejo de los temas económicos. Una encuesta del Gabinete de Comunicación y Estrategia (GCE) mostró que un 49,5 por ciento del público asegura que el país está estancado. Esta cifra representó un aumento de 6 por ciento respecto lo que opinaba la gente al mes de octubre. Esa percepción del público tiene su fundamento en la reducción del crecimiento de la economía producto del abandono de la construcción del nuevo aeropuerto y otras medidas consideradas descabelladas. 

La peor calificación de López Obrador estuvo relacionada con el incremento de la inseguridad. Según datos de distintos organismos de seguridad, en México ocurrieron 28.741 homicidios en los primeros 10 meses de 2019. Con esa cifra, el 2019 va encaminado a ser el año más violento desde que hay registros regulares de homicidios en México. Ni la amnistía que López Obrador ofreció a los delincuentes, ni el reclamo a los criminales para que piensen en sus madres, los ha hecho desistir de sus actos irregulares. 

Su estrategia de “abrazos no balazos” ha sido un tremendo fracaso. La captura y liberación de Ovidio Guzmán, hijo del Chapo Guzmán, y la masacre a la familia LeBarón son la demostración de su fallido enfoque en materia de seguridad. La Guardia Nacional creada por López Obrador ha contribuido poco en aquello de crear una sensación de seguridad en áreas urbanas y rurales. Los integrantes de ese cuerpo han estado enfocados en controlar la frontera sur de México para frenar la llegada de los centroamericanos, haitianos y africanos. 

Todo indica que López Obrador es un alumno aplicado. El seguirá intentado, quizás por vía del ensayo y error, hasta conseguir los resultados que se propone. Vamos a darle la oportunidad para que en diciembre de 2020 pueda alcanzar al menos una B por un “satisfactorio” desempeño. Lo que no se debe admitir es que al culminar su segundo año de gestión siga echándole la culpa, por los escasos logros de su gestión, a las políticas de sus antecesores. Esperamos que de ahora en adelante López Obrador se haga responsable de su gestión.