Firma invitada – Denver

Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por nuestros columnistas invitados no reflejan las opiniones, creencias y puntos de vista de esta publicación.

Por Joel Gallegos Legarreta/ Director General de Gobierno y Transporte de Chihuahua

La vista era fastuosa, un atinado conglomerado de pulcras edificaciones formando una armónica cromática de ocres, grises y el azul que se descubre en el destello de las reflejantes filas de consistente cristal incrustado en los modernos rascacielos. Las remanencias de tardías nevadas, nos daban la bienvenida, un refulgente hielo recubría jardines que se cruzaron en mi mirada, reforzado por un gélido céfiro que no respetaba la luz del sol que por momentos quería imponerse.

A lo lejos, la ciudad se coronaba con una perspectiva de ensueño, las majestuosas montañas de Las Rocallosas, y más allá los fulgores del ocaso de la tarde que se fundían con lánguidos nimbos, regalándonos un cielo vainilla para rematar la primera impresión.

Ciudad pujante, tremendamente activa, pero nada estresante, es Denver Colorado, expresiva, pertinente y solemne, me invitó a su corazón, para conocer un poco de lo mucho que ofrece la también llamada The Mile Higth City, y yo accedí, gustoso de adentrarme en sus modos, la discreta parafernalia y su entramado institucional. El alcalde de la ciudad invitó a funcionarios del Gobierno de Chihuahua a conocer su entorno.

Caminé por la 16 Street Mall, que ofrecía un mundo cosmopolita, en su apretado cemento recorrí una ruta por momentos sobria pero siempre glamurosa, para posteriormente llegar al recinto de la mismísima Alcaldía, un palacio de estilo neoclásico que salvaguarda al órgano administrador de la ciudad, llegamos ataviados de algo de agitación y curiosidad, nos reciben guardias y funcionarios para llevarnos a un despacho oval, inspirado en aquel tan difundido de la morada presidencial norteamericana.

La antesala del despacho del alcalde luce como lo imaginaba, la actividad de ese espacio es solo el reflejo de lo que ocurre más allá, no tuve que entrar Michael B. Hancock salió de su oficina para saludar a toda la comitiva de Chihuahua, y personalmente invitarnos a pasar, lo hicimos, ocupamos un lugar de la sala de porte ponderado y un fuerte tono institucional. El alcalde nos ofrece una espléndida recepción, en la que no faltó el protocolo, el formulismo y la regla gubernamental, fue simplemente extraordinario.

Para un chihuahuense, Denver tiene un encanto que difícilmente tenga otro sitio en el mundo. No, no son sus regias y majestuosas cordilleras, no es el ámbar de su atardecer, ni sus frescas brisas, su paisaje soberbiamente urbano o los sublimes suburbios, tampoco el trajín de primer mundo ni su impecable forma de gobierno.

El encanto de Denver tiene que ver más bien con su riqueza y no me refiero a aquella que empezó, con la búsqueda de metales preciados, tampoco con el desarrollo industrial ni inmobiliario, yo hablo de otra case de riqueza, la de su gente. La gente de Denver es gente de trabajo, nacidos en la inclemencia del clima y lo accidentado del paisaje, la ciudad nació y creció por hombres y mujeres que vencieron a la adversidad.

Mucho tiene en común este sitio con Chihuahua, también hemos vencido al agreste suelo y al inclemente clima, desde arenosas planicies, hasta la áspera montaña, al igual que allá la minería nos hizo fundar pueblos y ciudades, con el indómito espíritu que solo posee aquel que ha dejado todo para volver a empezar, como infalible herramienta.

Pero hay algo más que nos hermana, y es que según cifras oficiales, el sesenta por ciento de la comunidad latina que vive en la capital de Colorado, es oriunda de Chihuahua, en todo lo que ahora hay en Denver está el corazón en trozos de mucha gente chihuahuense, igual que los fundadores de esta magnífica población, llegaron con un sueño y a base de tesón y esfuerzo hicieron lo que bien sabe hacer la gente de México, vencer a la adversidad y sobretodo… trabajar.