El violador soy yo

Román Domínguez (*)

Me llama la atención la reacción en redes sociales de algunos hombres por las manifestaciones a partir del himno de “Las Tesis”: un violador en tu camino. Muchos reaccionan con indignación y aclaran que no todos los varones somos violadores. El lenguaje, especialmente el lenguaje político, como es éste el caso, está lleno de generalizaciones indeseables que no dejan de ser comprendidas y aun aceptables.

Por ejemplo, usamos generalizaciones sobre las personas dedicadas a la política, destacando sus carencias morales, aquello de “los políticos son mentirosos” o “los políticos son corruptos” y está claro que esa generalización es, en sentido estricto, falsa. Algo similar pasa con los daños al medio ambiente, los provocamos los humanos y debemos aceptar la culpa colectiva más allá de que alguien evite los plásticos, recicle sus residuos y dedique sus días a proteger los mares y los bosques.

No es necesario que un hombre en particular se sienta afectado por la afirmación “el violador eres tú”. Necesario si es que se sensibilice a partir del hecho que, para las niñas y mujeres, la simple presencia de un hombre se constituye en fuente de miedo. De manera claramente diferenciada al temor que puede sentir un varón que, sin duda, también puede ser agredido y violado, pero que crece en un contexto cultural que lo impulsa a la aventura, la expansión desde el cuerpo.

El mismo mundo en el que, finalmente, la agresión sexual que reciben las chicas, desde su infancia, es más la regla que la excepción. Por otro lado, creo que, por razones biológicas reafirmadas culturalmente, los varones somos potenciales violadores. Hablo desde mi experiencia personal, además de mis conversaciones y la observación del comportamiento de mí mismo y de los varones que he conocido.

Durante muchos años de nuestra vida, la conducta sexual expansiva nos lleva a considerar casi cualquier cuerpo como trinchera, en muchas ocasiones con personas con las que no se requiere establecer una relación, ni escuchar un sí muy explícito, incluyendo dosis diversas de violencia. Creo que, durante muchos años, los varones entendemos el sexo como un ejercicio de penetración en cavidades; de agresión con el arma sexual activa, el pene erecto, los dedos, los dientes…sin considerar similar la potencial agresión de una mujer con su sexo y su cuerpo.

Pensando en mis amigos, entre 12 y 18 años, creo que nos carcajearíamos ante la simple idea de ser abusados o violados por mujer de 18, o de 25, o de 30…Todos, hasta donde recuerdo, nos sentíamos propensos a esta experiencia como positiva.

El violador soy yo, es cierto. Debería ser una campaña de hombres reconocerlo y ojalá, cantarlo en voz alta, no en señal de orgullo, claro, aunque algún loco habrá que así lo sienta. Las mujeres no viven su sexualidad con la misma libertad ni la misma siniestralidad que los hombres. Debemos asumirlo todos y trabajar para mejorarlo. Una sociedad mejor pasa, inevitablemente, por integrar y promover el feminismo.

(*) Economista, profesor universitario y escritor.