El Entrometido

 

Mis amigas y amigos lectores, al igual que muchos de ustedes, no pudo disfrutar totalmente la ceremonia de entrega de los premios Grammy. La tragedia de mi admirado Kobe Bryant y de su hija me descompuso todo el día. Yo que crecí en Los Ángeles puedo dar fe del aprecio que se le tenía a este gran ser humano. Pero, como dicen los artistas a los que yo tanto critico, el show debe continuar.

Y aquí voy. Me llevé un susto al comenzar a ver los disfraces que llegan a la alfombra roja de los Grammy. La primera que me llamó la atención fue precisamente la chamaquita más premiada de la noche, Billie Eilish. Llegó con un trajecito que dijeron que era Gucci, si de alta costura italiana.  Y era una buena propaganda para esa marca porque tenía impreso el logo de Gucci en el pantalón y en el blazer.

No vestía un típico vestuario de fiesta de una jovencita, como el de las quinceañeras.  Pero puedo adelantar que por unos meses varios millones de fanáticas estarán copiando ese modelo y hasta se pintarán su cabello con el color verde y usarán su mismo tipo de unas largas. Pero, lo que me asustó fue las máscara que llevaba puesta esta cantante de 18 años.

Al verla me dije. “Hay mamá! el coronavirus llego a LA”. Pero, no se trataba de eso. Nada que ver. Es que a los diseñadores de Gucci se les ocurrió que era el complemento para el trajecito que usaba. Otro atuendo que si se parecía al de las quinceañeras era el de Ariana Grande. Vistió de color gris y anunciaron que ese traje se lo había creado Giambattista Valli.

Ariana seguramente pagó varios miles de dólares por el trajecito; pero creo que tanta tela la hacia parecer uno de esos instrumentos con los que limpian los biberones. Quien me sorprendió para bien fue la regatoneara española, Rosalía. Con su sabor flamenco y su alegría despertó aún más admiración durante su presentación que contagió al auditorio con el ritmo de su tierra.

Paseó por la alfombra con un traje rojo de cuero con flecos. Y logró mitigar el pesar que yo estaba sintiendo. Y otros que elevaron mi orgullo hispano en la noche de los Grammy fueron la cubanísima cantante Aymée Nuviola y los amigos del Mariachi Los Campero. Aymee se alzó con la estatuilla a mejor disco tropical por su álbum “A Journey Through Cuban Music”.

Por otro lado, el Mariachi Los Camperos venció en la categoría de mejor disco de regional mexicano. Ellos dejaron el sitio a otros artistas de la música tejana. Estos cuates se merecen ese premio. Tienen una gran tradición. Ya eran famosos en Los Ángeles antes de yo haber nacido y vaya que de eso hace bastante tiempo. Bravo por ellos.