El dilema de la muerte asistida

El dilema de la muerte asistida

Jesús Sánchez Meleán

El tema de la muerte asistida ha sido motivo de debates intensos y apasionados en la sociedad actual. Recientemente, el caso del reconocido escritor y periodista cubano Carlos Alberto Montaner ha revivido esta polémica. Montaner, quien padecía una enfermedad terminal, optó por poner fin a su sufrimiento mediante la muerte asistida, lo que ha generado discusiones sobre la ética, la autonomía individual y las creencias religiosas.

Es importante destacar la diferencia entre la muerte asistida y el hospicio. El hospicio, práctica común en EEUU, también conocido como cuidados paliativos, se enfoca en brindar una atención integral y compasiva a pacientes terminales. Su objetivo es aliviar el dolor y mejorar la calidad de vida de los pacientes y sus familias. El hospicio no acelera la muerte, sino que proporciona el apoyo necesario para que el paciente viva sus últimos días con dignidad y comodidad. En la actualidad, el expresidente Jimmy Carter se encuentra en esta condición.

Por otro lado, la muerte asistida implica el suministro de medicamentos letales a un paciente terminal, quien toma la decisión de poner fin a su vida de manera voluntaria. Aquí es donde surgen las controversias éticas y morales. Los defensores de la muerte asistida argumentan que permite a las personas tener control sobre su propio destino, impidiendo el sufrimiento extremo y manteniendo su dignidad hasta el final. Por otro lado, los críticos señalan que esta práctica puede abrir la puerta a abusos, presiones externas y dilemas éticos complejos.

El dilema de la muerte asistida

En el caso de un católico, o de los cristianos en forma más amplia, la postura sobre la muerte asistida contraría los dogmas de fe y las enseñanzas religiosas. La Iglesia Católica ha sido clara en su posición en contra de la eutanasia y la muerte asistida. Desde la perspectiva católica, la vida es un regalo sagrado de Dios y su terminación anticipada por medios artificiales se considera un acto contrario a la voluntad divina.

La doctrina católica aboga por el respeto a la vida en todas sus etapas y condiciones, incluso en situaciones de sufrimiento extremo. En lugar de buscar el control sobre el momento de la muerte, la Iglesia enfatiza la importancia de brindar cuidados paliativos y acompañamiento espiritual a los enfermos terminales. En estos momentos difíciles, la cercanía y el apoyo de familiares, amigos y profesionales de la salud son fundamentales para aliviar el sufrimiento emocional y físico.

La postura católica invita a confiar en la providencia divina y a encontrar sentido en el sufrimiento, viéndolo como una oportunidad para unirse a los padecimientos de Cristo. La vida, aunque frágil y limitada, es considerada un período de preparación para el encuentro con Dios, y su finalización natural es parte del misterio de la existencia humana. Eso son los dogmas de fe. Pero, no quiero aparecer yo como si quisiera juzgar a mi admirado Carlos Alberto Montaner. Dios me libre de eso.

Este tema y muchos otros relacionados con la religión y espiritualidad prefiero dejarlos en esa relación individual que creo que existe entre cada ser humano y el creador. A ese nivel quiero yo llegar para dejar en manos del inmenso amor del padre su consideración sobre la decisión del escritor cubano-norteamericano. Descanse en paz, señor Montaner.

Jesús Sánchez Meleán

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