Jimmy Carter, legado que trasciende el tiempo

Jimmy Carter: A Legacy That Transcends Time Jimmy Carter, legado que trasciende el tiempo

Jesús Sánchez Meleán

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Jimmy Carter, el 39º presidente de los Estados Unidos, falleció luego de casi dos años recibiendo cuidados paliativos en su querido pueblo natal, Plains, Georgia. Este adiós marca el fin de una vida excepcional, no solo por su mandato presidencial (1977-1981), sino por su incansable labor como expresidente dedicado a causas globales. Carter no se retiró tras dejar la Casa Blanca; en lugar de ello, se convirtió en un referente de liderazgo moral y compromiso humanitario.

Tuve el privilegio de conocer a este hombre extraordinario durante el verano de 2006, mientras era becario de postgrado en el Centro Carter, en Atlanta. Su presencia era palpable en ese lugar, impregnada en cada conversación y en la misión que impulsaba. Aunque no estaba presente todos los días, su liderazgo se sentía en cada rincón. Lo más inolvidable fue un viaje a Plains, su hogar de toda la vida, donde los becarios tuvimos la oportunidad de aprender directamente de él.

Un fin de semana en Plains

Plains, un pequeño y remoto pueblo en el suroeste de Georgia, refleja la humildad y los valores de Carter. Fue allí, en el patio de la casa de sus padres, rodeados de campos de maní, donde nos contó historias de su infancia y juventud. Describió cómo interactuaba con la comunidad afroamericana en una época de segregación racial, narrando su amistad con un niño afroamericano que marcó su perspectiva de vida que priorizaba la justicia y la igualdad.

Visitamos su hogar, una vivienda modesta que contrasta con la grandeza de sus ideales. Allí, Carter fue nuestro anfitrión, compartiendo no solo sus recuerdos, sino también su fe, al predicar en un servicio dominical en la iglesia Bautista de Maranatha. Verlo en su papel de pastor fue profundamente revelador; se le veía en su elemento, en su salsa o mole, irradiando una espiritualidad auténtica y una conexión sincera con su comunidad.

Conversaciones profundas

El momento más impactante de aquel fin de semana fue durante un almuerzo. Carter discutió apasionadamente con uno de los becarios, un joven judío, sobre su controvertida tesis en el libro “Palestine: Peace Not Apartheid”. La manera en que defendió sus argumentos, con firmeza, pero respeto, mostró su compromiso con la verdad y la paz, incluso en los temas más espinosos. También aproveché para preguntarle sobre su perspectiva sobre Venezuela, donde había observado el referéndum revocatorio contra Hugo Chávez en 2004.

Sus respuestas, cargadas de experiencia y esperanza, me dejaron una huella imborrable. Carter fue un defensor incansable de la democracia, la justicia y los derechos humanos. Su legado como observador electoral en decenas de países y su compromiso con promover elecciones libres y justas siguen siendo un ejemplo para emular. Carter entendió que la democracia no es perfecta, pero sí imprescindible, y dedicó su vida a fortalecerla tanto en casa como en el extranjero.

Carter vivió para servir. Y, como él mismo dijo una vez, “La prueba de un hombre no está en lo que logra para sí mismo, sino en lo que hace por los demás.” Que descanse en paz, este gigante moral cuya luz seguirá siendo una guía para los tiempos más oscuros.

Jesús Sánchez Meleán

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