“Estar juntos”, el deseo una familia migrante

“Estar juntos”, el deseo una familia migrante

DESDE EL PASO| Testimonio de una familia venezolana. (Foto/EFE)

HABLA FAMILIA VENEZOLANA DESDE EL PASO

Alejandra Arredondo/ Agencia Efe

Estella, su esposo y sus hijos hablan siempre en plural. Juntos tomaron la decisión de irse de Venezuela, juntos atravesaron la peligrosa selva del Darién y juntos han pasasdo su primera Navidad en Estados Unidos. Arropada con abrigos, bufandas y guantes regalados, para protegerse del inclemente frío, Estella contó que que está alegre por haber llegado a EE.UU., pero se siente triste porque le falta el calor de su hogar y las tradiciones venezolanas.

“No tenemos las cosas que nos gustan para Navidad: los regalos, las hallacas, el pan de jamón y el resto de nuestra familia”, contó a EFE esta mujer de 31 años, de pelo negro liso y ojos oscuros. Ella, sus cuatro hijos, su yerno y su esposo forman parte de los cientos de venezolanos que cruzaron de manera irregular hacia EE.UU. en las últimas semanas. Su hija mayor, Wendy está embarazada de siete meses.

El Título 42, una normativa sanitaria que permite a las autoridades devolver rápidamente a México a las personas de ciertas nacionalidades, incluyendo Venezuela, sin posibilidad de pedir asilo, ha forzado a cientos de migrantes a arriesgarse a entrar a EE.UU. por pasos irregulares. Estella y su familia, pasaron varias noches durmiendo a la intemperie en vista del colapso de los albergues y los refugios en El Paso.

El paso por la selva

Kevin (nombre ficticio), el hijo menor de Estella le mostró orgulloso a su madre que tenía una bolsa llena de regalos: un carrito, un disfraz de Capitán América y varios peluches. Esos regalos se los entregó una persona caritativa que colectó y repartió los regalos entre los migrantes. “Es la Navidad que más cosas he recibido”, dijo el pequeño de 12 años, al que su mamá describe como un aventurero.

Él y su hermano Wilson fueron quienes guiaban al resto de la familia a través del Darién, una selva que divide Colombia y Panamá, que se ha convertido en uno de los cruces más peligrosos para los migrantes que viajan por tierra hacia EE.UU. De las cosas que más le dieron miedo a Kevin durante el paso por la selva fueron las culebras: “no tanto porque estuvieran por ahí, sino porque no tenía arma para matarla”.

La familia de siete proviene de una zona rural en el estado de Portugesa, en el oeste de Venezuela, donde, aseguró Estella, están acostumbrados a cruzar ríos, caminos sin asfaltar y a lidiar con la naturaleza. En ocasiones, se ralentizaban porque Estella ayudaba a otras familias que viajaban también con niños y eso le ocasionó discusiones con sus hijos y su esposo, que a veces la critican por pensar demasiado en los demás.

Balance del viaje

Ella se mantiene firme: “Es algo que tuvimos que hacer. Lo que tú hagas de corazón no tienes que decir que te retrasó”. Tres días después de salir de la selva, les llegó la noticia de que EE.UU. impondría el Título 42 a los venezolanos, lo que les impedía llevar a cabo su plan inicial: pedir asilo en la frontera. Después de escuchar de conocidos de que había otras maneras de entrar al país, decidieron seguir.

El turbulento viaje, aseguraron todos, los acercó más como familia. “Salimos más unidos, nos hemos entregado más a Dios”, explicó Wendy, que en dos meses espera el nacimiento de su hija Salomé. Al igual que su hermano Kevin, también carga con bolsas repletas de regalos, que serán para la pequeña cuando nazca. “Quiero que podamos lograr nuestros deseos, que no estemos perseguidos y que mi nieta nazca bien”, acotó. 


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