
Jesús Sánchez Meleán
León XIV representa un nuevo rostro de la Iglesia: misionero, migrante y reformador.
Robert Francis Prevost, hoy León XIV, ha llegado al trono de Pedro con pizza en el corazón, tacos en la memoria y una inteligencia matemática que no es metáfora. El primer papa estadounidense –y peruano por convicción y pasaporte– encarna una Iglesia de frontera: abierta, fraterna y dispuesta a confrontar los grandes desafíos del siglo XXI con serenidad, pero sin evasivas.
Este papa es, literalmente, un hijo del “melting pot” norteamericano. Su familia refleja la diversidad norteamericana: raíces en Francia, Italia, España y Haití, pasadas por Nueva Orleans y aterrizadas en Chicago. Por eso entiende, como pocos en la curia, lo que es migrar, adaptarse, integrarse. Y por eso ha sido claro al defender a los migrantes, desde los venezolanos en Perú hasta los estudiantes sin papeles en Estados Unidos.
El papa que come tacos y habla de IA
No es un teólogo mediático, ni un outsider con ínfulas de revolucionario. León XIV es un reformador silencioso, como su homónimo León XIII, a quien eligió como modelo. La doctrina social que defendió el derecho al salario justo en el siglo XIX ahora vuelve a latir en boca de un papa que habla de inteligencia artificial, cambio climático y dignidad humana con la misma familiaridad con que comparte cerveza y margaritas con sus hermanos agustinos en Chicago.
Fue un duro crítico del autoritarismo de Fujimori en Perú y el ejecutor de la investigación sobre abusos del Sodalicio, organización religiosa en el país andino. No escondió ni se calló los abusos de esa organización y por eso ganó algunos enemigos que pretenden desprestigiarlo, sin éxito. Como buen agustino, entiende que la fraternidad no se administra, más bien se vive. Por eso le respondió al vicepresidente JD Vance que el amor al prójimo no admite jerarquías.
El papa que come tacos y habla de IA
En una Iglesia donde muchos aún buscan privilegios, León XIV recuerda con su humildad –y su amor por los White Sox– que lo esencial es invisible a los títulos. Es el papa, que nació en el norte, pero que se movió al sur, para vivir con los desprotegidos. Llegó desde el sur, hasta el viejo continente cruzando fronteras y prejuicios, para recordar a creyentes y no creyentes que la iglesia católica está llamada a servir, a persuadir, no a mandar.

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