
HONDURAS
Muchos niños de familias damnificadas en el norte de Honduras se bañan en aguas pestilentes, aún estancadas, de las severas inundaciones que en marzo dejaron las tormentas tropicales Eta y Iota. Los medios han podido constatar entre las comunidades de Omonita y La Guadalupe, a lo largo de la autopista que lleva hacia las ciudades de La Lima y San Pedro Sula, momentos en que niños pequeños, no mayores de 10 años, hacen de las aguas estancadas y putrefactas una piscina, a la vista de sus padres.
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