MATEMÁTICAS NO CUADRAN PARA DEPORTAR A UN MILLÓN DE PERSONAS
Héctor Quiroga/ Abogado de Inmigración
Como abogado de inmigración, he observado cómo las promesas políticas pueden chocar con la realidad logística. La reciente declaración del presidente electo Donald Trump de deportar a un millón de personas en sus primeros meses de gobierno es un ejemplo de esto. Aunque su retórica puede sonar firme, los números y las capacidades actuales del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) cuentan otra historia.
En este momento, ICE tiene 48 mil personas en custodia listas para ser deportadas. Sin embargo, su capacidad operativa se limita a 14 aviones disponibles, cada uno con espacio para 135 pasajeros. Esto equivale a un máximo de 1,890 deportaciones diarias, siempre y cuando operen a plena capacidad. Si hacemos un cálculo rápido, esto permitiría deportar a aproximadamente 189 mil personas en 100 días, lo que representa menos del 20% de la meta prometida por Trump.
Deportar a un millón de personas no solo requiere aviones, sino también más personal y recursos administrativos. Cada caso de deportación necesita una revisión legal, coordinación internacional y permisos de las autoridades de los países receptores. Estos procedimientos no solo son complejos, sino también lentos. Además, garantizar el cumplimiento de los derechos humanos y las normas internacionales agrega más tiempo al proceso.
Lo que dice la historia
Históricamente, las cifras de deportación de Estados Unidos nunca se han acercado a lo que propone Trump. Por ejemplo, en el año fiscal 2020, ICE deportó a 185 mil personas en total. Esto fue en un año completo, no en unos pocos meses. Incluso en el 2024, con 271 mil deportaciones, la agencia no logró ni una tercera parte de la meta propuesta. La posibilidad de expandir la flota aérea y contratar más personal enfrenta múltiples barreras.
Solicitar fondos para estos fines requiere la aprobación del Congreso, donde la opinión está dividida. Además, acelerar las deportaciones podría generar un impacto negativo en la opinión pública y una reacción adversa tanto en el ámbito nacional como internacional. Dado este escenario, es posible que la administración de Trump deba considerar alternativas menos ambiciosas, como aumentar las deportaciones terrestres o colaborar más estrechamente con los países de origen para agilizar los procesos de repatriación.
De la retórica a la realidad
Aunque estas opciones podrían mejorar la eficiencia, están lejos de cumplir con la promesa de un millón de deportaciones en tan poco tiempo. La retórica política muchas veces ignora los desafíos prácticos. En este caso, el costo de deportar a un millón de personas podría ascender a 100 mil millones de dólares, una cifra que incluye gastos de transporte, seguridad y procesos legales. Además, la presión para cumplir con esta promesa podría desviar recursos de otras prioridades, como la construcción del muro fronterizo.
En conclusión, los números no están del lado de la administración Trump. Como abogado, mi preocupación radica en las implicaciones para las comunidades inmigrantes. Este tipo de promesas no solo generan incertidumbre, sino que también podrían fomentar un clima de temor y vulnerabilidad. La administración deberá encontrar un equilibrio entre sus objetivos políticos y la realidad operativa para evitar consecuencias negativas para millones de personas.
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