Oportunidad tras el misil 

Oportunidad tras el misil 

Jesús Sánchez Meleán 

La respuesta iraní al bombardeo estadounidense del 21 de junio confirma que, por ahora, el conflicto entre Irán e Israel —con intervención directa de Estados Unidos— no ha escalado a una guerra regional. Teherán lanzó una ofensiva de alcance limitado, sin bajas reportadas, y con previo aviso. Se trató de una acción simbólica más que estratégica, diseñada para preservar el principio del “tit for tat”. 

Este principio, traducido como “ojo por ojo”, es más que una simple expresión de reciprocidad. En teoría de juegos, representa una estrategia racional: se coopera si se recibe cooperación, se responde con agresión si hay agresión previa. Irán, al igualar la cantidad de misiles lanzados y elegir blancos sin personal, actuó según este patrón. Enviar una señal de fuerza sin desencadenar represalias mayores fue un movimiento calculado. 

Ese cálculo abre una ventana para la política. A pesar del ruido de los misiles, esta podría ser una pausa útil para la diplomacia. En 2015, un tratado multilateral liderado por Estados Unidos logró contener el desarrollo nuclear iraní. Ese esfuerzo fue abandonado en 2018, pero la situación actual sugiere que hay espacio para retomarlo. El propio secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, ha invitado a Teherán a negociar nuevamente. 

En el contexto actual, una negociación efectiva debería ir más allá del enriquecimiento de uranio. La comunidad internacional puede y debe discutir mecanismos de control más amplios sobre el poderío militar de Irán. Ese país, gobernado por una estructura teocrática con proyección ideológica y armada fuera de sus fronteras, representa —para buena parte del mundo— una amenaza constante a la estabilidad regional y global. 

Hoy son contados los países que respaldan abiertamente a Teherán. Ese aislamiento, combinado con el daño sufrido en su infraestructura nuclear, podría empujar al régimen a un punto de inflexión. Sería un error estratégico no aprovechar este momento para reinsertar la diplomacia como eje central del conflicto. 

Después del ataque y la respuesta medida, la lógica del “tit for tat” ha cumplido su ciclo inicial. Si hay madurez política en las capitales involucradas, este es el instante para pasar del cálculo militar al diálogo. Lo que sigue ya no depende del número de misiles, sino de la voluntad de construir una solución duradera. 

Jesús Sánchez Meleán

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