Por Maya León-Meis / Maestría en Lingüística
Directora del English Linguistics Institute
Ya se acabó diciembre y también el 2021 y es momento de reflexionar sobre lo que hemos aprendido. Quiero compartirles algo que recibí de un autor anónimo: “Diciembre es algo así como el domingo del año. Pero este diciembre parece el domingo del siglo. Fue un año largo, pero se nos pasó rápido; fue terrible, pero aprendimos y nos hicimos fuertes; fue de asilamiento, pero estuvimos más cerca que nunca”.
El mensaje sigue, “tuvimos miedo, angustia, bronca, dolor, incertidumbre. Estuvimos perplejos, incrédulos, asustados, enojados. Lloramos, aplaudimos, gritamos, nos ayudamos. Enterramos a nuestros muertos sin velorio. Los despedimos en silencio. Crecimos. Aprendimos epidemiología, tecnología, virología. Supimos de anticuerpos, curvas y PCR, también de Google Meet, Team, Instagram, Facebook Live y Zoom. Nunca nos pasó tanto en tan poco tiempo.
Y finaliza, “Auí estamos. Somos sobrevivientes de un tiempo que nos estalló en la cara”. Es diciembre y tenemos derecho a emocionarnos. A llorar. A abrazarnos en silencio por tantos abrazos que no nos dimos. A besarnos con el alma. A acariciarnos con las miradas. Porque ahora sabemos lo que el tiempo vale, lo que significa abrir los ojos cada mañana. Llegamos al final y solo es el principio. Porque nos hemos despertado, por eso no fue un año perdido.
Hemos ganado más que nunca, hemos ganado el valor de la vida. Este diciembre tenemos que pensar en algo más. Corramos a decirle el amor que sentimos a los que queremos. Salgamos a perdonar a los que nos hirieron y pidamos perdón a los que herimos. Miremos alrededor para ayudar a los que se quedaron en el camino. No perdamos tiempo, seamos mejores. El mundo nos necesita unidos para amar la vida más que nunca. Gracias será la palabra más especial del año.
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