Narco corridos ni arte ni orgullo, solo vergüenza

Mire usted, uno que es de Aguascalientes, tierra de feria, tambora y buena comida, sabe distinguir entre lo que alegra el alma y lo que corrompe el espíritu. Y aunque me encanta el regional mexicano —desde los sones hasta las rancheras que se cantan con tequila en mano—, lo de los narco corridos ya se volvió una plaga peligrosa. Y ahí están, como muestra, los señores de Los Alegres del Barranco, que en sus conciertos en Jalisco anduvieron proyectando la imagen del “Mencho” como si fuera héroe de película. ¿Así o más descarado?

Por eso no me extraña que la Fiscalía del Estado les haya imputado por presunta apología del delito. Tampoco que les hayan pedido prisión preventiva ni que su caso se esté viendo en tribunales. Lo que me cuesta digerir es la pasividad de nuestras autoridades federales, comenzando con la presidenta Sheinbaum. Con respeto se lo digo: usted puede ser muy progresista, pero eso de decir que “no hay que prohibir, sino orientar”, se queda corto cuando estamos hablando de jóvenes que admiran a sicarios y ven al narco como modelo de éxito.

Narco corridos ni arte ni orgullo, solo vergüenza

Sí, señora presidenta, educar es clave, pero mientras se educa, hay que poner límites. Decir que el corrido tumbado “no es malo per se” porque es una forma innovadora de expresión, es como decir que una pistola es solo un pedazo de metal. El arte tiene poder, y por eso debe usarse con responsabilidad. No se vale disfrazar la apología del crimen como cultura popular. Y claro que hay esperanza. Me parece acertado el concurso México Canta, para promover música regional sin violencia.

Ojalá salgan de ahí muchos nuevos talentos que canten a la vida y no a la muerte. Pero mientras tanto, hay que ser claros: ningún grupo, por famoso que sea, puede andar glorificando al crimen como si se tratara de héroes nacionales. Así que, Los Alegres, en lugar de alegrar, lo único que hacen es manchar la música mexicana. Y eso, perdóneme usted, pero no se canta. Se condena.