noviembre 7, 2024

Editorial – Deben sancionar a organizadores de concentración de venezolanos en Aurora

Editorial - Deben sancionar a organizadores de concentración de venezolanos en Aurora

Jesús Sánchez Melean

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Hoy debemos referirnos al lamentable incidente ocurrido en la ciudad de Aurora el pasado domingo 28 de julio. Ese día, cerca de 4,000 personas, según datos de la policía de Aurora, se reunieron en el estacionamiento de la tienda Target, ubicada en la calle Habana con la avenida Misisipi.

A lo largo de la tarde y la noche, la mayoría de estas personas, aunque posiblemente no todas, comenzaron a comportarse de manera anárquica, según los testigos que estuvieron allí y que debieron abandonar el lugar. Hubo disparos al aire, consumo de alcohol en cantidades industriales y posiblemente otras sustancias.

Debido al tipo de comportamiento observado, hubo tal movimiento de carros que obstaculizó el acceso a clientes de establecimientos comerciales en los alrededores. Esos establecimientos, incluida la tienda Target, tuvieron que cerrar sus puertas al ver el comportamiento masivo, casi animal, de la multitud. Ante el temor de saqueos o rotura de vidrios, todos los comercios ubicados alrededor cerraron sus puertas.

Esto significó una pérdida de ventas en un domingo por la tarde. Imagínense lo que significa para McDonald’s, Chick-fil-A o Target cerrar antes de la hora prevista. Aparte del trauma y la sensación de inseguridad que sintieron tanto los empleados como los clientes, también hubo una pérdida concreta de dinero. ¿Ustedes creen que eso se justificaba?

Lamentablemente, cuesta decirlo porque también soy venezolano, pero fueron venezolanos quienes llegaron con una idea totalmente equivocada de lo que significa una concentración. Ahora estamos hablando de palabras mayores: 4,000 personas. Ustedes están viendo las imágenes. ¿Qué ocurrió?

Esto terminó, como les digo, con todos esos incidentes. Tenemos una larga lista de denuncias, como las de clientes de Target que afirmaron que les robaron las placas mientras estaban allí y se realizaba la concentración. Además, el resultado de esto fue el pánico creado en la zona, vecinos disgustados por el ruido y la multitud, el tráfico interrumpido, y al día siguiente dejaron una infinidad de botellas rotas en toda la zona y el estacionamiento.

Pero también dejaron excremento, según reportó el concesionario del McDonald’s ubicado en la zona. Eso fue lo que dejó esa vorágine, esa pasión de haber congregado a 4,000 personas en ese lugar. Estos son hechos que, a lo mejor, ya conocen; no estoy haciendo ningún aporte original al contarlo, solo recalco los hechos y ustedes están viendo las imágenes que han salido por todas partes.

Mi contribución es ir al segundo día de la noticia. ¿Cuál creemos que es el segundo día? Porque aquí estoy haciendo un editorial, no un reporte. ¿Qué quiero decir?

En primer lugar, creo que estos son hechos lamentables que ocurren en una ciudad acogedora de inmigrantes. Aurora es una de las pocas ciudades en EE.UU. que ha abierto sus brazos a inmigrantes de todo el mundo durante años. Tiene un distrito escolar en el cual se hablan 162 lenguas, y programas de aceptación de migrantes y refugiados únicos y muy particulares en EE.UU. Es una vergüenza que migrantes venezolanos dañen el prestigio de la ciudad con ese comportamiento.

Lo primero que hay que hacer es señalar con nombre y apellido, con el dedo, a una persona de nombre Daniel Jorge y a una persona de nombre Samira. Estos son los nombres con los que se identifican en redes sociales. No sabemos si son sus nombres reales, pero se pueden rastrear por redes sociales. Fueron los pseudo organizadores que hicieron la convocatoria. Seguramente viven en Aurora, pasaron por el lugar y dijeron: “Qué lugar tan bonito, tan grande, vamos a llamar a la gente aquí”. Como si soplaran y hicieran botellas. Llegaron, les gustó el lugar y dijeron: “Vénganse para acá y hagamos una fiesta”.

Eso fue lo que hicieron irresponsablemente. Crearon un post, una convocatoria, y llamaron a la gente a venir. No se sentaron con la autoridad de la ciudad para decirles: “Tenemos esta idea, queremos hacer esto, vamos a traer a tantas personas”. Y la ciudad les hubiera dicho: “Para una concentración de ese tamaño, no pueden ir a esa arteria principal; tienen que ir a otro lugar”.

Segundo, si estiman que van a venir miles de personas, deben tener tanta policía o seguridad por número de personas. Y eso lo tienen que pagar los organizadores. Además, debe haber un plan de evacuación. ¿Qué tal si hubiera ocurrido un incidente grave? ¿Cómo se sale y se entra? Porque eso es lo que hace un organizador responsable.

Al convocar a la gente, están poniendo en riesgo a algunas personas que cayeron víctimas de esa convocatoria, que a lo mejor eran familias con otra intención y se encontraron con ese desastre. ¿Quiénes son entonces los responsables? No solo los que se portaron mal, sino en primer lugar, Daniel Jorge y Samira.

Exijo a las autoridades de la ciudad que ubiquen a estas personas y les apliquen las sanciones correspondientes. Esto no puede quedar impune. No puede quedar impune porque aquí están pagando justos por pecadores. Yo también soy inmigrante y no quiero que me condenen a mí ni a nadie, que sé que son inmigrantes trabajadores, venezolanos o no venezolanos, por el comportamiento irregular de estas personas irresponsables que hicieron una convocatoria sin medir los riesgos.

No se vale decir que el desconocimiento de la norma los hace inocentes. No, señor. La norma existe y ustedes debían informarse. Ese mismo día había otras concentraciones de gente responsable también de Venezuela, que siguieron toda la normativa para actuar. Debieron preguntar. El desconocimiento de la norma no los hace inocentes.

Segundo, son responsables por haber usado las redes sociales para convocar. Todos los que llegaron, lo hicieron porque ustedes los invitaron. Tiene que haber responsabilidad. Hubiera querido tener en mis manos la ordenanza con las sanciones aplicables. La policía no me la quiso suministrar. A lo mejor no están claros o lo están estudiando. Pero insisto, exijo que se averigüe el paradero de estos individuos y se les apliquen las sanciones correspondientes. Este caso no puede quedar impune.

No solo los que se comportaron de manera animal son responsables, también lo son quienes convocaron esta iniciativa. Esto debe detenerse y tomar acciones.

Voy al segundo punto. ¿Cómo es que ya sabemos que no había autorización? ¿Cómo permite la policía de Aurora que una concentración alcance este volumen? ¿Qué acciones tenían previstas en caso de que esto se saliera de control? Se salió de control, pero pudo haber sido peor. La policía de Aurora estaba salvaguardando la seguridad de los comercios y residentes del área.

Señores, eso fue un caos. Había carros por todos lados, se interrumpió el paso peatonal, los clientes no podían circular. Los negocios se vieron forzados a cerrar. ¿Cuál era el plan para proteger a estas personas? No puedo aceptar que me digan que era domingo, que no tenían plan, que la multitud los sobrepasó. No, señor. También hay responsabilidad de la policía porque esto estaba en redes sociales.

Yo mismo, el domingo por la mañana a las 9:00 a.m., escribí un post en el portal venezolano en Denver y les dije: “Señores organizadores de esta manifestación, ustedes no tienen permiso para hacerlo. Esto va a terminar mal, porque los ánimos de los venezolanos pueden dar lugar a cualquier tragedia”. Lo dije a las 9:00 a.m. y ocurrió horas después.

¿Cómo es que yo lo puedo saber viendo una red social y la policía no hizo nada? Porque la policía de Aurora, perdónenme, estuvo de adorno el domingo 28 de julio. Pudo pasar algo peor, pero lo que pasó es suficientemente importante para tomar acciones. Dejo dos mensajes: los responsables identificados como organizadores deben ser sancionados de alguna manera. No sé cuáles son las sanciones, porque no conozco la ordenanza y no podía retrasar este mensaje. Y segundo, la policía también debe reflexionar sobre su respuesta.

Nos hace sentir inseguros, nos hace sentir que no hubo capacidad para disolver lo que potencialmente era un riesgo importante. Esto es un asunto de discusión pública. Debemos seguir conversando sobre estos temas y aprendiendo, porque lo importante ahora es cómo prevenir estos hechos, cómo deben reaccionar los ciudadanos. Hablé con personas que venían de ese lugar y estaban en pánico por lo que habían visto.

¿Cómo se pueden prevenir estas situaciones? Entiendo que las policías tienen sobre sí el estigma de que actúan y, en algunos casos, se han excedido. Pero también debemos decir que hay confianza en que actúen para evitar estas situaciones. Deben tener los códigos necesarios, pero no puede ser que situaciones como esta se produzcan.

Y si deben actuar, la comunidad está dispuesta a que expliquen lo que hay que hacer. Seguiremos conversando sobre este tema, pero ahí se los dejo para la reflexión. Muchas gracias.

EDITORIAL | Jesús Sánchez Meleán (Video/El Comercio de Colorado)

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