Una felicitación para aquellos que regalan vida

CON MOTIVO DEL DÍA NACIONAL DEL DONANTE

Redacción El Comercio de Colorado

Elsa tomó una importante decisión cuando tenía 18 años. Ella se registró como donante de órganos, ojos y tejidos al tiempo que obtuvo su licencia de conducir. No estaba ella muy consciente de lo que estaba haciendo, pero en esa oportunidad siguió un instinto que le decía que esa decisión era correcta. En aquel momento de su vida, le motivó el saber que ella, podía de alguna manera, ayudar a salvar alguna vida.

Por mucho tiempo no habló del tema. Era difícil que quienes la rodeaban pudieran compartir aquel interés suyo de salvar alguna vida, una vez que ella misma llegara a perder la suya. “El tema de la muerte es un ‘tabú’, está prohibido, en la cultura hispana. De eso no se habla. Y no se espera que alguien esté pidiéndole a otros que haga planes para cuando su vida se termine. Esa era una conversación impensable”, contó Elsa.

Experiencia personal

A Elsa le llegó un momento en el que se vio obligada a hablar sobre la donación de órganos, ojos y tejidos. El hijo mayor de Elsa, Jaime, a la edad de seis años, comenzó a tener problemas con sus hijos. Unas cataratas prematuras cubrieron los ojos de aquel infante por lo cual estuvo obligado a someterse a una operación muy complicada que tuvo consecuencias. Luego de la operación, los médicos recomendaron que Jaime debía recibir un trasplante de córnea.

Aquella experiencia personal llevó a Elsa a convertirse en una activa promotora de la donación. Es común encontrarla trabajando como voluntaria para Done Vida Colorado. Ella puede explicar con toda propiedad los beneficios de convertirse en donante de órganos, ojos y tejidos. Pero, mucho más importante, Elsa en primer lugar es una persona agradecida. Ella conoce por experiencia propia el impacto que puede tener un donante en la vida de otra persona.

Persona agradecida

“Quien se registra como donante no tiene idea de la persona a la pudiera estar regalando vida. A mi hijo, un donante, le permitió recobrar la vista y recuperar su vida. Ese donante logró que mi hijo pudiese desarrollar su potencial como ser humano. Mi familia le debe mucho a ese donante. Y agradeciéndole a ese donante, quiero hacer un homenaje a todos aquellos que ha decidido regalar vida para cuando la de ellos termine. Mil gracias”, afirmó Elsa.

Esa palabra de felicitación habría que extenderla a la misma Elsa. Ella es una donante. Y su familia está consciente de ese hecho. Pero, al mismo tiempo, ella es una activista y promotora de la donación y ese es un hecho que la comunidad le debe agradecer. Su experiencia personal le ha permitido educar y motivar a otros para lograr un beneficio colectivo. Muchas gracias, a ti Elsa.