Puerto Príncipe/ Agencia Efe
Mujeres con bebés en las manos, familias completas, jóvenes enfadados ocultando sus rostros para escapar de las cámaras al bajar de los autobuses. Esta es la imagen que ofrece la deportación de algunos de los haitianos que acampaban bajo un puente en la localidad de Del Río, en el sur de Texas en la frontera entre México y EE.UU. “Me gasté unos 10.000 dólares para hacer el viaje desde Chile hasta los EE.UU. Y tal vez más”, dijo un deportado sobre su largo viaje para intentar ingresar a Estados Unidos.
El hombre, que no dijo su nombre, calificó de “muy difícil” lo vivido. “Pasamos cuatro días en la cárcel de Estados Unidos sin lavarnos los dientes ni comer”, afirmó. Aunque “todo el mundo sueña con vivir en Estados Unidos” su idea era llegar hasta Canadá. “No voy a esperar una semana para volver. Vuelvo a Chile, donde tengo la residencia permanente. No puedo quedarme aquí”, añadió.
Dejar un país por otro
Jean Négot Bonheur Delva, coordinador de la Oficina Nacional de Migración, indicó que los migrantes deportados, en su mayoría haitianos, vivían en Chile, México, Panamá y Brasil en particular”, añadió. Estas personas han salido de países latinoamericanos en los que estaban legales para entrar ilegalmente en Estados Unidos. Este año, con el aumento de los secuestros, la creciente inseguridad, el asesinato del presidente del país, Jovenel Moise, en julio y el terremoto de agosto, cientos de miles de haitianos han abandonado el país.
“No se habrían marchado si estuvieran en un país donde hubiera seguridad, acceso a la sanidad y empleo. Hablamos con algunos de ellos y nos dijeron que buscaban una vida mejor”, señaló Bonheur Delva. En los últimos meses, México se ha convertido en el lugar ideal para los haitianos con la esperanza de cruzar a Estados Unidos. Entre los países a los que se dirige la última oleada migratoria está también República Dominicana, que comparte con Haití la isla La Española.
Situación de desamparo
Varios profesores han abandonado las escuelas, universitarios los estudios y los médicos los hospitales para rehacer su vida en otro lugar. “Puedes ver en qué estado se encuentra el país. Es la situación de desamparo la que hace que la gente no quiera quedarse. Haití no les ofrece ninguna oportunidad”, añadió Bonheur Delva. Los que se quedan son, por un lado, los que no tienen los medios adecuados para salir del país y, por otro, los que aún se resisten creyendo que algún día puede mejorar.
Miles de desplazados por la guerra de bandas armadas se suman a los miles de damnificados por el terremoto del 14 de agosto, por lo que Haití vive actualmente una nueva crisis humanitaria. “De hecho, estas oleadas de deportaciones pueden empeorar nuestra situación como pueblo”, afirma Bonheur, recordando que 2,5 millones de haitianos viven con menos de un dólar al día. La mayoría de los deportados dicen que no tardarán en abandonar el país. Los que tienen documentos legales de Chile, Brasil y México saldrán de inmediato.
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