El “Tata” Martino tiene a la prensa mexicana en el bolsillo

UNO DE LOS BANQUILLOS MÁS “PICANTES” DEL FÚTBOL MUNDIAL

Por Abel Flores @amantesdeldeporte2020

México es uno de los pocos países que ha organizado dos mundiales y en 2026 será el único en ser anfitrión por tercera vez. México es un país donde el fútbol es seguido con religiosidad. Este fenómeno hace que el puesto de seleccionador nacional sea visto como o más importante que ser el presidente de la nación, pero sin inmunidad diplomática y con el oprobio de ser cesado unilateralmente del cargo en cualquier momento.

México es un país con una cultura ancestral y prehispánica que desarrolló una nación con múltiples y diversas regiones, que hacen que el balompié también sea jugado e interpretado según regionalismos y nacionalismos. El Dt de la selección mexicana debe lidiar con estas y muchas más tendencias y sobre todo contra el imperio mediático y televisivo que intenta por la fuerza manejar el fútbol como un monopolio.

Así que el banquillo de seleccionador casi diariamente está señalado por cada palabra, decisión, incluso por las buenas acciones y resultados positivos de su gestión, algo que escapa a la sensatez, pero la prensa deportiva mexicana tiene componentes y personalidades así de ilógicas. ¿Cómo el entrenador argentino Gerardo “Tata” Martino ha llegado a triunfar mediáticamente en México?

El Tata no es profeta en su tierra

Martino sabe lo que es caer y levantarse y seguramente ha aprendido de sus fracasos más estrepitosos que fueron con la selección de sus amores, la Argentina, y el Barcelona FC, ambos equipos liderados por la leyenda del balompié Lionel Messi. El Tata lo tenía casi todo con estos equipos, en cuanto a talento, recursos y peso histórico, pero fueron sus decepciones profesionales más relevantes.

El Tata salvo con el Torneo Clausura 2013 que ganó con Newell’s Old Boys, el club de sus amores, no ha ganado nada en o con Argentina, pero el rosarino ha sido exitoso en el extranjero, empezando con las 4 ligas que ganó con Olimpia y con la excelente selección de Paraguay que logró armar.

Su paso por la MLS con el Atlanta United lo ayudó a conocer la Concacaf y a muchos de los periodistas hispanos que cubren tanto la @mlses como a la Liga MX los conoció y estos también pudieron ver su trabajo y dedicación. Milagroso o no, temporal o no, el Tata Martino hoy por hoy cuenta con el beneplácito de la caverna mediática que impone su voz, muchas veces gritando, en México.

Formador y extranjero

La victoria del Tri a la selección de Holanda 1 por 0 en un partido amistoso en Amsterdam la semana pasada dejó claro, más que un resultado, que México puede jugar bien, hay compromiso, que los jugadores convocados son los del mejor presente futbolístico, que al Tata no le importan los nombres sagrados sino el rendimiento semanal.

A la Federación Mexicana de Fútbol (FMF) también hay que darle un reconocimiento porque trajeron un técnico de prestigio y que vivía una etapa en su vida donde necesitaba a una selección mundialista con potencial y recursos para dar más. El Tata es un Dt costoso y México puede darse ese lujo que muchos otros países latinoamericanos no.

Para muchos el hecho de que Martino no sea mexicano, pero conozca el fútbol centroamericano, también el europeo y sudamericano, hace que vea a sus dirigidos con objetividad en el contexto internacional, sin regionalismos ni favoritismos, sino que su virtud sea la de ser objetivo, un gerente, sin pasiones, ni tampoco un interés en el mercado interno de los clubes mexicanos para “engordar” a un jugador o venderse él mismo.

La experiencia de un hombre que fue futbolista, formador y ahora entrenador, sumado a participaciones en una Copa del Mundo, Copas América, Champions, entre otros torneos de prestigio, hace que esta generación de jóvenes mexicanos pueda nutrirse en demasía del Tata. Por ahora que disfrute del romance, porque cuando llegue la famosa meta del quinto partido de los mundiales, la ilógica y sin razón mediáticas aflorarán como si los entrenadores jugaran los partidos o como si los rivales fueran cojos.