Ábrego García denuncia que fue torturado en megacárcel de Bukele

PRIMER TESTIMONIO DE UN PRESO QUE SALE DEL CECOT


Redacción El Comercio de Colorado

El migrante Kilmar Ábrego García, quien fue deportado “por equivocación” a El Salvador por parte de la Administración Trump, denunció haber sufrido torturas durante su estancia en la megacárcel del país centroamericano construida para pandilleros. Esa denuncia consta en documentos judiciales revelados recientemente.

Ábrego García, de nacionalidad salvadoreña, sufrió palizas severas, privación del sueño y desnutrición, entre otras formas de tortura de manos de sus carceleros en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot). El detalle de estas torturas fue detallado por los abogados de Ábrego García en un escrito ante un tribunal de Maryland (EE.UU.).

Esta es la primera vez que Ábrego García da detalles de su experiencia en el Cecot, donde fue enviado en marzo pasado junto a un grupo de migrantes venezolanos y salvadoreños a pesar de que contaba con una orden de un juez estadounidense. El envío de este salvadoreño fue un error administrative porque esa orden lo protegía de ser deportado a su país natal.

Tortura física y psicológicas

Esta macro prisión fue inaugurada por el Gobierno de Nayib Bukele para encerrar a pandilleros. Aunque activistas denuncian violaciones a los derechos humanos en esas instalaciones, el de Ábrego García es el primer testimonio directo de lo que allí ocurre. De hecho, Ábrego García es la primera persona que ha salido del Cecot, una vez preso.

Según fue dado a conocer por sus abogados, “fue sometido a torturas físicas y psicológicas, incluyendo palizas, privación del sueño, hacinamiento extremo, mala alimentación, amenazas y exposición constante a luces brillantes”. Él y otros migrantes “fueron obligados a permanecer de rodillas” durante la noche mientras los guardias golpeaban a quién caía por el cansancio.

Los detenidos estaban confinados en una celda con luces prendidas las 24 horas del día y se amontonaban en literas metálicas sin colchones. También “se le negó el acceso al baño, obligándolo a ensuciarse, y fue sometido a humillaciones y amenazas constantes por parte de los guardias”.

Perdió 14 kilos

Debido a la mala e insuficiente alimentación, Ábrego García perdió 14 kilos durante las dos semanas en las que estuvo recluido en el Cecot. El salvadoreño luego fue remitido a otra prisión salvadoreña en medio de la fuerte presión mediática que su caso generó en Estados Unidos.

A pesar de que el Tribunal Supremo ordenó su regreso a territorio estadounidense al considerar que su deportación había sido “ilegal”, la Administración de Trump y el Gobierno de Bukele se negaron durante meses a facilitar su retorno, alegando, sin pruebas, que Ábrego García es un peligroso miembro de la Mara Salvatrucha (MS-13).

Sin embargo, el pasado 6 de junio se concretó su retorno después de que la fiscalía estadounidense lograra que Ábrego García fuera imputado en un tribunal de Tennessee por cargos de tráfico de personas, dado que en 2022 fue detenido conduciendo un vehículo con migrantes indocumentados.

Sigue detenido para evitar deportación

Ábrego García se encuentra actualmente detenido en una prisión de Nashville. Se ha declarado inocente y su defensa alega que está siendo perseguido por el Gobierno de Estados Unidos para justificar el error que se cometió con su deportación a El Salvador. Una jueza ordenó su liberación mientras dura su proceso judicial.

Sin embargo, la defensa solicitó que permanezca bajo custodia federal, dado que el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) pretende arrestarlo y deportarlo a un país distinto de El Salvador cuando salga a la calle. Ábrego García, de 30 años, entró de forma irregular a Estados Unidos en 2012, siendo menor de edad, y se instaló en el estado de Maryland.

En ese estado conoció a su esposa, con quien formó una familia. Un tribunal de inmigración determinó en 2019 que era “deportable”. Pero, en aquel momento, un juez de asilo emitió una orden que lo protegía de ser enviado a su país natal debido a la persecución que sufría de las pandillas.