Venezolanos establecen campamento a orillas del rio Bravo

LES APLICAN TÍTULO 42| Estos venezolanos sienten que Estados Unidos los ha traicionado.(Fotos/ Morgan Smith & Laura Smith)

FRENTA AL PUENTE FRONTERIZO ENTRE JUAREZ Y EL PASO

Morgan Smith

El 28 de octubre comenzó con una visita al albergue de migrantes Respettrans en Juárez para entregar alimentos y ropa que tanto necesitaban. Me preocupaba que se hubiera abarrotado debido a la reciente afluencia de venezolanos. Sin embargo, allí solo encontré 280 personas, en su mayoría mujeres con niños y, sorprendentemente, nadie de Venezuela. Venezolanos establecen campamento a orillas del rio Bravo.

Después de esta breve visita conduje hacia el oeste a lo largo del río con tres destinos en mente. El primero era una escuela para tarahumaras donde dejaría naranjas y útiles escolares. El segundo era el centro psiquiátrico llamado Punto Zero donde donaría frijoles y arroz. Y por último podría llegar hasta Visión en Acción, otro centro psiquiátrico.

Era una agenda apretada que terminaría con el largo viaje de regreso a Santa Fe. La realidad, sin embargo, es que nada salió según lo planeado. Miré a mi derecha hacia el área de Chihuahuita en las afueras de El Paso donde habíamos visto a cientos de migrantes siendo procesados por solicitudes de asilo el 13 de septiembre.

Venezolanos establecen campamento a orillas del rio Bravo

Escribí sobre esa experiencia y cuán eficientes y humanos fueron los agentes de la Patrulla Fronteriza. Ahora en ese lugar había otra gran multitud, pero del lado mexicano. Salí de la autopista, pasé por encima de la acera y llegué a un área plana y desnuda que daba al río. Debajo de esta pequeña colina había docenas de tiendas, tal vez cien en total.

De inmediato mi auto fue rodeado por decenas de migrantes venezolanos que esperaban que yo tuviera comida, ropa, más carpas, algo para sustentar su estadía. Estaban aquí en el lado mexicano de la frontera debido a la decisión de principios de octubre de la administración Biden de invocar el Título 42 contra todos los venezolanos que ingresaran ilegalmente.

Esta es una política de salud pública utilizada por primera vez por Donald Trump para permitir que nuestros funcionarios expulsen a los migrantes en la frontera, incluso si estaban ejerciendo su derecho legal de solicitar asilo. Los venezolanos localizados junto al rio sabían que si cruzaban a los Estados Unidos para solicitar asilo, serían detenidos y luego deportados.

Ellos sabían que su deportación iba a ocurrir desde una ciudad diferente, tal vez frente a Tijuana, México en lugar de El Paso. Este sería un proceso extraordinariamente disruptivo para ellos. Así que han acampado en estas condiciones miserables, esperando a ver si la política puede revertirse.

El plan de Biden permite aceptar 24.000 venezolanos, pero eso es solo una gota en el océano. Allí no había soldados ni policías mexicanos. Los venezolanos me dijeron que la policía inicialmente les ordenó que se fueran, pero no ha hecho cumplir esa orden. Parte del proceso del Título 42 incluye un acuerdo con México de que estos venezolanos pueden quedarse allí.

Para los venezolanos el permanecer allí significa una existencia miserable. Algunos han encontrado trabajo en Juárez. Las mujeres han tenido mejor suerte que los hombres, pero la paga es muy baja. Estaba abrumado, no sabía cómo responder a las decenas de venezolanos que se habían reunido a mi alrededor.

Hubo un gran número de solicitudes de asilo cuando estuve en el lado estadounidense el 13 de septiembre, pero la Patrulla Fronteriza estaba haciendo un trabajo excepcional al procesarlos. Debido a la gran cantidad, algunos terminaron durmiendo en las calles de El Paso temporalmente, pero eso no podría haber sido peor que esta ciudad de tiendas de campaña de Juárez.

¿Es esta solo una forma preelectoral de reducir la visibilidad de los inmigrantes en los EE. UU. y mostrar a los republicanos que la administración Biden tenía la frontera bajo control? ¿Un proceso de “fuera de la vista fuera de la mente”? Pero el “debate sobre inmigración” está tan profundamente arraigado ahora y es tan divisivo que nadie cambiará de opinión.

He estado cruzando la frontera al menos una vez al mes durante más de una década y, en pequeña medida, he ayudado a varias organizaciones humanitarias, pero nunca había sentido la conmoción y la impotencia que sentí cuando estaba entre sus venezolanos en su ciudad de carpas.