Chihuahua

Las cruces a lo largo del Río Grande

SEMBRANDO LAS CRUCES| Peter Lucero, Bryce Person y Álvaro Enciso. (Pictures/Morgan Smith)

EN MEMORIA DE LOS CAÍDOS

Morgan Smith

Por años, subestimé el río grande. Desde las orillas de Chihuahuita en El Paso, observaba a los migrantes cruzar el río para entregarse a la patrulla fronteriza en busca de asilo. El río parecía un obstáculo menor, lo suficientemente poco profundo como para cruzarlo sin peligro. No relacionaba los informes de ahogamientos con esta área del río. Todo cambió cuando Álvaro Enciso, un artista colombiano y veterano de vietnam, me llamó desde Tucson.

Álvaro ha colocado más de 1,400 cruces en el desierto de Arizona en memoria de migrantes fallecidos al cruzar el río. Mi esposa Sherry y yo lo acompañamos a colocar cruces en seis sitios en Columbus y Deming. Fue una experiencia profundamente emocional en un terreno desértico. También fuimos a Sunland Park. Álvaro llegó con Peter Lucero y Bryce Peterson, experto en GPS que nos llevó a los sitios exactos.

Se unieron a nosotros Alyssa Quintanilla y Gabriella Soto, profesora de la Arizona State University y Sandra Magallanes, líder de la comunidad de Deming-Palomas. Sandra, originaria de México, cruzó ilegalmente a EEUU en 1990. Pasó años luchando por obtener la ciudadanía que finalmente consiguió el 25 de junio de 2021. Ella trabaja en organizaciones que administran refugios y ayuda a migrantes necesitados. Vuelo a mi relato, ¿por qué vine a El Paso para acompañar a Álvaro y su gente?

Bastó llegar al borde del río para entender la realidad. “Aquí murieron una niña rusa de quince años y su padre,” dijo Álvaro. “La patrulla fronteriza trató de advertirles que no cruzaran este canal, pero no entendieron las advertencias”. El canal que vi estaba furioso. Cruzarlo sería suicida. El cuerpo de la niña fue recuperado, pero el padre fue arrastrado río abajo. En ese lugar colocamos la primera cruz del día. Quizás debieron ser dos, pero en nuestras mentes estaba que pudo ser de la suerte de ese padre.

Colocamos dos cruces más abajo, en un paso elevado cerca de la línea del tren. Estas cruces fueron para un hombre de 55 años de San Luis Potosí y la otra para Manuel Anaya, de 21 años. La siguiente cruz fue para Sergio, un joven de 22 años de Guanajuato, quien cruzó el río, pero pocos minutos después murió. Otro que fue recordado en Sunland Park fue Rigoberto Soto. Tenía 33 años, vivió en Nuevo México. Por enfermedad de un familiar regresó a México y en su retorno murió exhausto.

Mientras el río sigue su curso, Sandra nos dice que le cuenta a su familia en Rosales, su pueblo natal todo lo que pasa en Sunland Park. Ella los va a visitar el México. Y ella está día a día en contacto con migrantes, a los que les da cobijo y cariño mientras dura su tránsito por la frontera. Pero ella nos deja una reflexión, “es difícil comprender plenamente los riesgos que enfrentan los migrantes que vienen al norte. Esto es hace Álvaro, al menos nos permite tener presente que se pierden vidas en este viaje”.